Capítulo I.

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Esta historia da comienzo en el Reino de Tenebria, más específicamente en la ciudad capital del reino, la ciudad de Dalvevar en el centro de la región de Atzalco, una tierra bastante próspera donde radica la mayor parte de la población debido a su vasta naturaleza y gran facilidad para el comercio por su topografía. Esta ciudad se encuentra situada al este de la región, colindando con el mar de la muerte además de las provincias de Bellator, Zohanara y Lácrima; la región sagrada. Dalvevar se encuentra rodeada por montañas en la mayor parte de su extensión, las cuales son usadas para su protección, por lo cual únicamente cuenta con una muralla en la entrada principal.

Es el año 802, Tenebria se encuentra en guerra con un reino vecino al suroeste de sus tierras; Kixna, quienes están aliados con el mayor clan de los vampiros del continente de Hisperia, los Firenik. Ambos ejércitos son encabezados por el traidor e hijo de Tenebria Balfagor junto a Greymor; el príncipe de Kixna. El ejército Kixna junto a sus aliados ya habían cruzado la frontera entre ellos y Zohanara, ahora se encontraban marchando a la capital con el objetivo en común de librarse del peligro latente que Tenebria representaba. Sin embargo, esto no sería impedimento para celebrar uno de los grandes momentos de la vida, la creación de la misma.

A pesar de estar en guerra, el reino por fin tiene una razón para olvidarse de toda la crueldad de la misma, dos hermosos bebés, ambos hijos de Tenebria; han nacido hace poco, toda la capital presenta un ambiente enérgico pese a ser medianoche, gente bailando en la plaza principal, comerciantes ambulantes vendiendo comida y alcohol, mucha música por doquier y el rey festejando en el salón principal con los invitados de honor. Durante el festejo entraba por las puertas Yelena, madre de los dos recién nacidos, y con ellos la hora de brindar había llegado por lo que el Rey se levantó de su silla y dijo.

—Damas, señores, hijos de Tenebria, estamos aquí reunidos gracias a la bendición de los dioses, ya que ellos hace poco nos concedieron algo muy querido, algo anhelado, el nacimiento de dos sanos bebés quienes en un futuro traerán gloria a nuestro reino. Un brindis, por Yelena, quien ahora es madre y por nuestros futuros guerreros. ¡Salud!—

Todos en el salón bebían, con excepción de Yelena, los invitados se acercaban uno por uno para felicitarla y de paso poder ver a los bebés. Los invitados amaban la mirada de la inocencia, todos reían e incluso cantaban, sin embargo la felicidad no sería eterna pues un comandante tenebriano entró exaltado dirigiéndose hasta donde estaba el rey, se acercó a su oído y susurró.

—Mi rey, las tropas enviadas a la frontera con Zohanara fueron derrotadas, exploradores avistaron al enemigo cerca de la capital y me temo que el resto de nuestro ejército no está lo suficientemente cerca como para apoyarnos.

La cara del rey denotaba sus pensamientos, su gesto de ira resaltaba en toda la habitación, el rey ordenó parar la música, se levantó, tomó su tarro de cerveza y lo azotó contra la mesa.

—Atención, los Kixna, los Firenik, los tenemos encima; posiblemente en un par de horas la ciudad sea asediada. A partir de ahora la ciudad está en alerta máxima, a los presentes cuya profesión no sea la de un guerrero el capitán a mi lado les asignará un arma y sus órdenes, quienes no puedan combatir serán llevados al refugio, los demás vayan a sus puestos. —Los invitados se levantaron de la mesa y fueron de inmediato a reunir a sus tropas—. Yelena, tú también irás al refugio con tu hijo y tus bebés.

Yelena se levantó de su asiento, puso la mano en su corazón y se despidió de su rey—. Gracias Zazel, mi rey. —Zazel detuvo a Yelena sujetándola del hombro y acercándose a su oído.

—Me quedaré cerca del refugio, cumpliré la promesa que le hice a Alfgnar aunque me cueste la vida. —Yelena asintió con la cabeza para después llevarse a sus hijos al refugio escoltados por un guardia de Zazel.

Sangre, poder y lágrimas: Sangre de TenebriaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ