Prólogo

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Harry tenía media hora sentado en un mullido sillón color verde menta, esponjoso y suave para su retaguardia, rodeado de peluches, figuras coleccionables, paredes blancas decoradas con múltiples stickers y luces navideñas como adorno, espejos y cuadros pintados de escenas de películas, algunas plantas colgantes y una jaula, que contenía un pequeño hurón blanco que jugaba tranquilamente con una pelota de tenis. Y en medio de la gran alcoba, se ubicaba la igualmente enorme cama de rosadas sábanas y peludos edredones, cubierta por un dosel tornasol muy al estilo princesa y sobre ella, su mejor amigo. Draco Malfoy.

Draco Malfoy cantando a todo volumen "Once Upon a December" de la película animada de Anastasia. Un peine de hebras azules era sujetado con firmeza entre pálidos y estilizados dedos, fungiendo como micrófono improvisado. El de ojos verdes observaba, entretenido, como el alma se le estaba yendo con cada estrofa, sabiendo a leguas que el platinado realmente sentía la canción en su pecho.

—SOMEONE HOLDS ME SAFE AND WARM, HORSES PRANCE THROUGH A SILVER STORM, FIGURES DANCING GRACEFULLY... ACROOOOOOS MY MEMORYYYYYYYY. —Gritó, sufriendo por dentro. Su cabello blanco, suelto y muy bien cuidado, bailó junto a él cuando se movía hacia adelante y atrás en un vaivén acompasado.

Al terminar con esa línea, se tumbó entre las almohadas, derrotado. La canción aún no acababa pero le apetecía más escuchar el resto con tranquilidad. Tararear en voz baja era una mejor idea ahora.

—En serio lo diste todo, Draco, ¿nueva obsesión? —Le cuestionó su amigo, cruzándose de brazos y con una sonrisa divertida.

—Últimamente. No paro de ver Anastasia. —Exhaló, estiró sus brazos y los movió de arriba a abajo. —Es que es tan triste lo que le pasó a los Romanov. No tuvieron oportunidad y en Anastasia se veían tan felices. El Zar Nicolás bailó con ella una última vez y sus hermanas y aaaaah, me pone triste. —Lloriqueó, tapándose la cara con una almohada, ahogando un pequeño grito lastimero.

Harry se paró de su lugar y dio cuatro pasos para llegar a la cama. Subió a ella para abrazar a su amigo y calmarlo. Acaricia con ternura su cabello, pasando los dedos entre las hebras rubias haciendo un rápido masaje capilar. Draco parece derretirse ante eso, acurrucando su cuerpo contra el más grande de su amigo.

—Mira lo positivo, chèr; al final se reunió con su abuela y ella pudo contarle sobre sus padres. Además, encontró el amor con Dimitri. Es feliz. —Le explica, conciliador y suave como solo puede ser él con su petit amour. Le limpia las orillas de los ojos grises que se han llenado de lágrimas y le besa la frente. —Es más, te compraré la caja musical de la película, así podrás escuchar la canción y solo tienes que abrirla. O el dije que lleva en su cuello. Lo podrás tener en todo momento.

El rubio sorbe su nariz, rojiza por el pequeño llanto. —Sabes que no puedo. A Theodore no le gusta que use cosas de películas de niños y lo sabes.

Harry hace una carota en el momento que ese malnacido es mencionado. Rueda los ojos y gruñe. —Me importa una mierda lo que ese idiota cabeza de nabo piense, es más, ¿de verdad piensa?

Draco lo mira cansino, ya han tenido está discusión muchas veces y su respuesta siempre será la misma:—Lo quiero, así como es.

El menor se muerde el labio, refunfuñando. Theodore Nott es el novio de Draco. Un tipo alto, musculoso y bastante apuesto, líder del equipo estudiantil de fútbol americano (sí, ajá, muy cliché pero así era ¿ok?) pero lo que tenía de guapo, lo tenía de pendejo. Así al humilde punto de vista de su persona. Patán, sarcástico, grosero y para nada caballeroso. Todo lo contrario a lo que Draco buscaba de una pareja sentimental y sinceramente no sabía cómo es que esa relación había llegado tan lejos o cómo es que se formó. Él no quería aquello para el ojiplata.

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