29. ¿Qué separa la risa del dolor?

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Eché un vistazo a los apuntes en mi cama, terminando de aplicar la máscara de pestañas marrón. Tiene tachones y rayones por todos lados, con corrector y bolígrafo rojo resaltando lo más importante. Quizás no tuve que haber anotado tanto pero llegué pensando en que podría olvidar detalles importantes. Desarrollar un buen plan no sucedía de la noche a la mañana, por lo que taladrarme la cabeza con diferentes formas en las que podríamos afrontar la gran montaña ahora que estabamos tan cerca era en lo único que podía pensar.

Envié un mensaje a Pope y luego llamé un par de veces sin obtener respuesta. Resoplé. Acomodé el cabello con mis dedos, peinando las puntas con rapidez antes de revisar el teléfono una vez más. Nada. Fruncí los labios. Bueno, me tocaría resolver a mí. Si conseguíamos unas palas, unas cubetas e incluso un arnés, podríamos bajar a John B haciendo una especie de sistema de polea. ¿De dónde podríamos sostener a John B? Tal vez, debería bajar el menos pesado, ir dejando todo en la cubeta y luego, lo podíamos subir poco a poco.

Miré las hojas otra vez.

*sistema de poleas (John B busca el oro)
*conseguir arnés, cubetas y palas (buscar tarjeta de ferretería en el cajón de la sala)
*asegurar un almacén para el oro (pesar cada gramo que saquemos)
*Si John B no funciona, *opciones*.

Las opciones eran claras, como yo no participaría en eso, tendríamos a Kiara, Sarah y Ella. Me inclinaría por usar a la última; de contextura más delgada y pequeña, subirla con el sistema sería pan comido. Lo difícil era lidiar con un probable blanco en la espalda, porque desde el momento en que pusimos un pie fuera del faro, éramos conscientes de que las cosas iban a ponerse feas. Sabíamos que no podíamos confiar en nadie que no fuera parte de nuestro grupo. Eso incluía a los padres, eso incluía a mi papá; al que había visto cara a cara al llegar del trabajo tras tomar una ducha y quitarme residuos que me delataran, al mismo que le mentí sobre mi paradero del día cuando me preguntó si había estado cerca del faro. La escena fue un desastre. Según los reportes, las cámaras fueron interceptadas y no funcionaban. La gente no mencionó a nadie en específico y se encontraron dos cuerpos con heridas en la cabeza y el pecho. Heridas de que en efecto, no habíamos hecho nosotros.

Marqué las preguntas en la hoja una vez más antes de bajar a la sala, sobresaturando el rojo.

*¿Quién había acabado con la vida de los dos hombres que nos perseguían?

*¿Johannesburgo sabía lo del oro, dónde lo encontramos?

*¿Lo sabía Ward o mi papá?

A pesar de querer salir rápido, nuestras posibilidades eran escasas. Necesitábamos encontrar una manera de sacarlo pronto y aunque tenía ideas, era obvio para mí—y para todos los demás—: no podíamos sacar nada de ese lugar sin crear un revuelo ahora que estaba resguardado por periodistas y la policía. Nos atraparían y eso empeoraría las cosas. Pero, encontrar el oro fue la razón por la que tenía la historia que siempre había querido. Estaba a medio camino y sería ridículo parar antes obtenerla por completo. No podía fallar.

—Eh, mira que no parece la primera vez... ¿Puedo saber cómo te lastimaste las manos con tantos raspones? —sacó conversación papá, buscando la loción para untarla en la palma de mis manos porque llamó a la señora Spencer tan pronto me vio bajar y ella le dijo que eso funcionaría. Hice una mueca y apoyé mi cabeza contra el asiento en la isla de la cocina, mi cabello resaltando en el color blanco del lugar—. Y tus pies y rodillas... Beezus, por amor al cielo. Creo que te he visto las rodillas lesionadas demasiadas veces en estas últimas semanas.

Tenía un punto. No pensé que realmente lo notaría.

—¿Qué está ocurriendo? —Guardó la loción y se cruzó de brazos sobre el pecho, esperando mi respuesta.

Peace || Outer BanksWhere stories live. Discover now