19 { De mí } ♡

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Dalia Miller.

Haberlo visto era como verlo por primera vez. Mi corazón latía descontroladamente. Mis piernas fallaban. Mis manos temblaban como mis piernas y todo mi cuerpo. Un cosquilleo bajo de mi pecho volvía a estar presente y comenzaba a perder la mente.

—Una disculpa señorita Miller. Los niños aveces-

—Me descubrieron…

—¿Qué?— se sorprendió la chica que estaba a mi lado.

—No, nada— ¿Qué hice?— Mejor iré a acompañarlos.

Me marché de ahí con mis brazos muy pegados a mi cuerpo, con la cara roja y con mis piernas diciéndome que me iban a fallar, sin embargo no me detuve porque sé que diría otra barbaridad si no me iba de ahí.

Al estar ya en el jardín mi perdición era peor. Había dos lugares, uno al lado de Izan y el otro, al lado de la señora mayor, y no lo digo por su edad, es demasiado joven. Lo digo por lo que destaca aquí, es la que manda.

Iba a irme a donde estaba la doña pero la chica de hace rato se adelantó y se sentó ahí.

Si había opciones las desconocía en ese momento. La única que tenía la tomé. 

Comenzamos con una oración.

Los niños agradecián nuestra presencia, pues para ellos era fascinante ver personas llegar a verlos, y no solo eso sino también convivir.

—Provecho…

Fue un susurro. Miré a mi derecha y ahí estaban esos ojos.

—Gracias— sonreí para él, con pena— Igualmente.

—Gracias.

Ambos comenzamos a comer. Estábamos a punto de terminar cuando.

—Yo quiero más agua...— sin querer el chico que estaba a lado de Izan paso trayendo no solo el plato con comida sino también el vaso que tenía Jamaica. Ambos objetos cayeron encima de Harrison.

Me paralice, estaba esperando alguna ofensa por parte de él con la cual se sintiera mal el niño y acabase arruinando todo. Pero no, lo que hizo fue cerrar sus ojos y apretar sus labios. 

—No pasa nada— miró fijamente a su hermano. Sus manos trataban de quitarse la comida.

Tomé la servilleta de tela que teníamos cada uno y comencé a pasarlo en su regazo.

 —Con permiso— dijo él, alejandose de la mesa.

Nadie dijo nada y solo se escuchó como aventó la servilleta al piso.

¿Tengo que ir?

¿Y sí me recibe mal?

Todos miramos como la chica de hace rato se levantó y se fue detrás de él. Los niños estaban callados.

—No se preocupen— habló Dem— Es algo que le pasa a cualquiera.

—Pero se enojo— dijo el niño que accidentalmente tiró su comida y su poco de agua encima de Izan. Agacho su cabeza y como lo tenía a un lugar de mi pude ver que tenía ganas de llorar.

Me acerque a él y le susurré.

—No se ha enojado, solo está jugando— me miro rápido— Cuando regrese traerá una sonrisa.

Pellizque su cachete.

—Con permiso—  fui en dirección del baño, lo más probable es que estuvieran ahí.

Busque en el primer baño y nada.

Caminé rumbo a los otros dos y tampoco.

¿Se había ido?

ℱ𝓊ℯ𝓇𝒶 𝒟ℯ ℒ𝓊ℊ𝒶𝓇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora