Lujuria [ROMANCE 4] [Vol.1: Terminado - Vol.2 - 01/Septiembre.]

𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐓𝐫𝐞𝐜𝐞

𝙲𝚘𝚗𝚝𝚎𝚗𝚒𝚍𝚘 𝙰𝚍𝚞𝚕𝚝𝚘

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ᴄᴏɴꜱᴏʟᴀᴅᴏʀ
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  Curiosamente el señor Meyer no volvió a pisar la oficina, o al menos en el tiempo en que estuve, cuando el reloj marcó las seis treinta ya había acabado definitivamente, por lo que recogí mis cosas y finalicé mi trabajo por hoy. 

Cruce la calle del lado de mi departamento, repasaba en mi cabeza que podría cenar esta noche, aunque realmente no tenía mucho apetito. Aún era temprano, por lo que podía invitar a las chicas para pasar el rato, de esa manera también apaciguamos el roce con Sasha, la cual seguramente debe de seguir molesta por la estupidez de Enrique.

— Dar...

«Hablando del rey de Roma.»

Estaba justo al lado del ascensor, recostado de la pared. En sus manos había un pequeño ramo de rosas rojas y en su rostro una expresión de sinceridad.

Acorté la distancia sin decir nada, no entendía cuáles eran sus planes.

— ¿Qué haces?

— Espero por ti.

Negué en respuesta.

— Me refiero a qué estás haciendo — señale las rosas en sus manos con mi mirada.

El bajo la suya observándolas, más bien pareciera que buscaba palabras en su cabeza.

— ¿Podemos hablar un momento?

— ¿Qué es lo que quieres?

— ¿Puede ser en un lugar más privado?

— Enrique. — Le advertí.

Suspiro antes de volver a verme a los ojos.

Lucia algo diferente, iba vestido con una camisa azul oscuro, los primeros botones estaban desabrochados, lo escaneé con disimulo buscando que había cambiado en el... hasta que vi su cabello rizado, no tenía el mismo largo de siempre, ahora estaba más corto.

De cierta forma me desilusionó un poco, amaba su cabello y lo hermoso que lucía, también lo adorable que entre veces lo hacía lucir.

Me atreví a levantar mi mano tocando su nuevo corte, haciendo que callara. No había escuchado nada de lo que ha dicho.

— ¿Por qué lo cortaste?

Sus cejas se fruncieron levemente.

— ¿Qué?

— Tu cabello.

Baje un poco mi mano acomodando el cuello de su camisa. Ya era una costumbre.

Podría invitarlo a subir, de todos modos, su compañía no era tan mala, y en estos momentos me apetecía tenerla.