═ ∘♡ Extra ♡∘ ═

108 7 0
                                    


Poblado de Karmaland / Varios años antes


El cuerno había sido tocado. La guerra había comenzado. Un hombre con saco azul y sombrero de charro corría por los pasillos de su casa mientras tres pequeños intentaban seguirle el paso.

— ¡Aire! Cariño, ¿Dónde estás? — Gritaba desesperado mientras veía que sus otros hijos no se quedarán atrás, cuando vio los pequeños ojos rojos y asustados de su hijo más pequeño sintió que lo invadía el alivio o al menos fueron unos momentos de calma antes de que el primer golpeteo se escuchara en su puerta.

— OK escúchenme. Se van a quedar aquí, escondidos en lo que yo resuelvo unas cosas, su tío Rubius llegará en unos minutos y se los llevara a su casa y ahí jugarán con su primito Spreen y todo estará bien ¿de acuerdo? — Hizo qué los pequeños bajaran al búnker qué estaba debajo de la pirámide y lo cerró para que nadie se quedará fuera, respiró, mínimo sus hijos estaban a salvo ahora solo faltaba que él sobreviviera también.

— ¡Quackity dame a mis hijos de una puta vez! — Fueron las palabras que lo recibieron en cuanto abrió la puerta, esperaba que el oso no tardará mucho pues su esposo estaba molesto y no sabía cuánto tiempo lo podría mantener entretenido.

— Creo que olvidas que también son hijos míos Luzu. — Cerró la puerta tras él y se cruzó de brazos.

— No estoy jugando, donde están los niños. No confío en que tu los cuides

— Oh vamos, sabes que soy un excelente padre. Mínimo yo nunca traicionaría su confianza. — Cada palabra salía como una daga

— Sí bueno, tú eres el que mataba a cada mascota qué llegamos a tener. No se si dejarte a los niños sea buena idea.

Quackity estaba apuntó de atacar y sacar toda su rabia contenida, pero un pequeño sonido retumbó en su oído, como si fuera el cantar de un ave, sabía que era la clave de que había ocurrido un problema. Así que se contuvo un poco más, primero aseguraría qué sus hijos estuvieran bien y luego mataría a ese hombre al qué en algún momento le juró su amor eterno.

— Mira mi buen Luzu, estoy cansado y si te soy sincero los niños están muy bien conmigo, correteando por la casa y jugando entre ellos. No veo un motivo por el que te los tendría que dar y si me disculpas creo que los dejé suficiente tiempo solos, volveré con ellos. — Le dio una última sonrisa llena de cinismo antes de volver a abrir la puerta para entrar, pero en cuanto esta fue abierta una pequeña castaña salió corriendo, la única niña de los cuatro hermanos.

La menor corrió hasta abrazarse a la pierna de Luzu y poco después salió Rubius bastante agitado. — Sus secuaces nos estaban esperando, me intentaron dar a mi pero fallaron, lo lamento Pato. — Y ahí ambos padres se dieron cuenta, el híbrido de oso traía en sus manos a uno de sus pequeños, la sangre manchaba el pecho de ambos y no se lograba ver de donde brotaba, pero por las expresiones de Rubius podían intuir qué era la sangre de su pequeño Fuego.

— ¿Vez lo que causas Luzu? Por tu estupidez y la de tus ayudantes nuestro hijo está muerto ¿Sigues pensando que los cuidarías mejor que yo? — Le gritó molesto, antes de darle la espalda y se dirigió a su amigo quitándole de los brazos a su niño. — ¿Dónde están los otros Rub?

— Los cuatro estaban asustados así que en cuanto aparecieron los secuaces corrieron en todas direcciones. Agua corrió muy rápido pero iba hacía la otra salida, seguí a tierra y por ahí me encontré a Fuego. Luego pasó lo que pasó — Su voz, de por sí baja, fue disminuyendo de volumen hasta decir en un susurro lo último, después de eso se aclaró la garganta y prosiguió. — Aún no encontramos a Aire.

ঌCuando los recuerdos vuelven‿RoierluckityWhere stories live. Discover now