semana encantada

57 10 0
                                    

Aquella noche fue la más tranquila para Gyu-vin. Talvez era porque estaba completamente solo, talvez porque no estaban sus padres... Cualquier presión fue removida de ese pecho, o más bien, evadida.

Al llegar la mañana, Gyu-vin fue a comprar el desayuno. Compraría leche, unos huevos y pan, era la primera vez que salía a comprar en su vida.
Tenía su billetera guardada en su bolsillo, tenía bastante, pero pudo haber llevado más si quisiera.
Salió de su casa con la misma ropa de ayer (Sufriendo por dormir com traje)

- Voy a considerar para mañana dormir pilucho.
La villa no era tan poblada. La mayoría de los residentes eran personas mayores que vivían solos y se dedicaban a la agricultura o al ganado. Nada muy especial. Por lo que la llegada del castaño en la villa causó furor.

(Pilucho: Desnudo, Con poca ropa.)

Todos lo veían con los ojos bien abiertos por cada camino que cruzaba.

- ¿Porqué me mirarán tanto estos ancianos? - Se preguntó entre murmuros.
Más de parecer una mirada de rechazo o acogida, era más una mirada de miedo, terror y preocupación. Como si Gyu-vin nunca debía haber venido hasta allí.

Cuando el jovencito regreso a casa con sus compras, ya era hora. El debía cocinar sin tener idea de como encender la cocina.

Entró en pánico. Gyu-vin era de esas personas que pensaba que si prendía el microondas le explotaría. Era como un niño de unos seis años atrapado en un cuerpo de un chico de 17.

Y cuando se dispuso a colocar el sartén, alguien tocó la puerta.

- Quién será... demás otro viejo a preguntarme por una cucharada de azúcar o estupideces por el estilo....
Gyu-vin atendió la puerta.
- ¿Holo? - Pronunció con una voz que se supone, sonaría grave, pero en realidad sonaba patética.

- Hola Gyu-vin, Soy Tae-rae, el chico de la conoración, el hijo de los otros Kim... ¿Te acuerdas de mí?

Gyu-vin gritó como una niña con helio.
¿Era capaz? Como era posible que un chico que apenas dabía su nombre se halla puesto la tarea de ir a buscarlo a miles de kilometros dentro del bosque. Y lo más importante ¿Cómo supo que se había ido hasta la villa, y que esa era su casa?
Ese "Hola Gyu-vin" sonaba muy acertado, no como una duda. Era como si Tae-rae estuviese completamente seguro de que él estaba efectivamente, detrás de esa puerta.

- Eh, ¿De qué habla usted?
El chico se hoyuelos río ligeramente y las mejillas de Gyu-vin se volvieron rojizas.

- Gyu-vin, confía en mí.

Esas palabras fueron como una apuñalada a su corazón.
Gyu-vin creyó haber oído esas palabras con anterioridad. Gyu-soo siempre me decía eso, ya que él era muy inseguro y le temía a muchísimas cosas cuando era pequeño. Le costaba confiar en las personas porque temía salir lastimado.

Gyu-vin, hechizado por las simples palabras del muchacho, abrió la puerta.

Ahí estaba el chico lindo, esta vez llevaba ropa más casual, un poleron azul y un buzo negro y zapatillas simples blancas. Parecía un chico cualquiera. Seguía siendo igual de tierno como la última vez. Llevaba la misma sonrisa de esa vez, llena de vida, que enamora a cualquiera y sus ojitos achinados llenos de amor.

- ¿Cómo estás?
Gyu-vin no salía de su transe, sus ojos se habían quedado atrapados en Tae-rae.

- ¿Qué? Ah, sí, bien eso creo.
- ¿Porqué lo crees?
- No lo sé.
Tae-rae se puso las manos en loa bolsillos de su polerón.

- ¿Puedo hacerte sentir mejor de alguna forma?
- Está bien, no te preocupes. - Respondió nervioso, estaba cubierto en sudor. Al notarlo, Tae-rae hizo una mueca.
- ¿Puedo pasar? Es una linda casa.
Gyu-vin abrió los ojos como plato.
- Ah, es que está desordenado....
- No importa, yo también soy desordenado.

Tae-rae pasó y se sentó en el pequeño sillón, sin borrar su sonrisa.

- ¿Cómo la conseguiste?
Gyu-vin se quedó unos segundos parado y después se dirigió velozmente a la sala de estar.
- Ah, era de mi abuela.
Tae-rae prendió la televisión.
Era un canal de deportes.
- Es muy bonita.
Se quedaron en silencio unos momentos.
- ¿Ella era tu novia?

Entre tantas cosas que el castaño quería preguntar, prefirió omitir todo lo demás y simplemente hablar casualmente, guardándose todo dentro.

Tae-rae abrió un poco los ojos.
- ¿Quién? ¿La de la fiesta? Ah no... ella es una amiga. ¿Tienes algo para beber?
Gyu-vin asintió nervioso.
- Tengo leche de plátano. - Respondió, mientras sacaba el cartón de la leche y lo abría.
- Es rica.
Gyu-vin le sirvió y se la llevó.
Tae-rae le dió un pequeño sorbo.

- ¿Te divertiste?
- ¿Ah?
Gyu-vin hizo el mismo gesto de confusión que el gato negro de ayer.
- Que si te divertiste, cuando escapaste.
- Oh, creo que sí.
- Qué bien. Hablando de eso, ayer cuando estaba adentrandome en el bosque, me encontré con esta especie de tirita, es como para un collar.... creí que podía ser tuyo ¿Lo es?
El chico extendió su mano dejando ver aquel objeto. Gyu-vin frunció el ceño.

- Emm...No, no es mío, lo siento mucho si quieres yo.....
Tae-rae levantó las cejas, como si estuviese sorpendido, lo cual sacó de onda al castaño.
- ¿No lo es? Oh, perdóname. - Tae-rae sonrió nuevamente.
- Pero, si quieres lo puedo conservar.
La sonrisa de Tae-rae se desvaneció.
- ¿Porqué? - Dijo con un tono serio, lo cuál espantó a Gyu-vin.
- Oh oh, ¡no te enojes! Si quieres quedatelo tú, solo decía....
- No estoy enojado. Estoy preocupado.

El corazón de Gyu-vin parecía salirse de su pecho.
- Entonces... ¿Porqué....?
- Nada olvídalo, tómalo, se te vería bien un bello colgante.

Gyu-vin abrió los ojos y recibió la tirita.
- Bueno eso era todo. - El chico de hoyuelos se dirigió a la puerta, dejando a Gyu-vin en la puerta del baño.
- Oh ¿No me preguntarás nada más?
Tae-rae se volteó.
- ¿Algo como qué?
- No sé, sobre el porqué escapé....
Tae-rae volvió a sonreír, esta vez con una pequela y dulce risa acompañada.
- No te preocupes. No necesitas decírmelo. No le contaré a nadie que estás aquí.
- Dicho esto, El muchacho salió de la casa.

Esa tarde, Gyu-vin no salió de su casa

Rất tiếc! Hình ảnh này không tuân theo hướng dẫn nội dung. Để tiếp tục đăng tải, vui lòng xóa hoặc tải lên một hình ảnh khác.

Esa tarde, Gyu-vin no salió de su casa. Simplemente se quedó tirado solo existiendo. Pensando en como su vida ha sido hasta ahora, tan insignificante. Aún así, tenía la esperanza de poder sobrevivir y ser alguien independiente, ya contaba con el apoyo de alguien que le ofreció todo lo que su familia jamás le dió toda su vida.
Debía comenzar desde cero en un nuevo mundo.

Tomó la tirita y colocó la piedrita azul que le dió el felino y se la puso en su cuello. Y de ahí, nunca pudo sacársela jamás. Se adherió a su cuerpo.

our moon † ryuvinNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ