Capítulo 21

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A pesar de su apariencia seria y serena, estaba teniendo un duelo interno consigo mismo. Había vuelto a K'haem con el navío lleno de Máquinas que había tenido que comprar a la fuerza para adherirse a un plan improvisado, y todo para saber del paradero de los príncipes y la princesa. Tampoco sabía muy bien cómo dar la noticia, ni qué palabras utilizar. Conocía al rey, y sabía que pecaba de paciencia, pero ese mismo defecto, o virtud, tenía un límite, y se sobrepasaba cuando se trataba de sus hijos.

En aquella reunión tan solo estaban ellos dos. El rey Ravi seguía luciendo uno de los tantos abrigos reales de color carmesí y salpicaduras doradas que relucía junto al brillo que desprendía la corona. Estaba tan deslumbrante como siempre, y Kiran había notado que se había recortado la barba tras un tiempo que él mismo había decidido dejársela larga, especialmente desde el momento que sus hijos partieron en busca del Fénix Mecánico. Según la tradición, era un índice de poder, y por lo visto, el rey se la estaba manteniendo a cierta largura porque todavía no poseía el poder que le gustaría.

—¿Y bien? ¿A qué se debe tu retorno?

El lord tragó saliva, respirando hondo.

—Hemos perdido el rastro de los príncipes y la princesa, Majestad. —La respuesta no le había gustado nada al rey por cómo había cambiado su mirada. Antes era una que se había mezclado entre la preocupación y la sorpresa por su regreso, pero ahora se había transformado en una parecida a la decepción que incluía una pizca de ira—. Sé que ha sido culpa nuestra, pero eso no es todo. Parece que fueron secuestrados por unos bandidos de Lottaine y... —Tosió—. He tenido que comprar Máquinas para conocer dicha información.

Las piernas de Kiran tambaleaban un poco, pero mientras la ansiedad trataba de ocupar su mente, de sus labios salieron todo lo que había descubierto hasta entonces. Le habló al rey del humo del incendio que divisaron desde arriba, y que al bajar para ver de qué se trataba, se habían encontrado con aquellos bandidos que estaban esperando a unos clientes para vender las Máquinas que compró.

El rey dio un golpe seco al brazo del trono.

—¿Y qué tiene que ver eso con mis hijos? ¿Dónde están?

—No lo sé, supongo que habrán huido tras el incendio. Escuché al jefe de esa banda murmurar y maldecir en su lengua natal, y...

—¿Y qué probabilidad hay de que esos prisioneros que tenían eran ellos?

La paciencia del lord también empezaba a agotarse, y temía que por culpa de un despiste fuese castigado. Aunque no directamente, porque quién podía hacer eso era su padre, el duque. Según las historias que le contaba cuando apenas era un niño, el rey y él habían sido muy buenos amigos, y que por eso mismo él estaba prometido con su hija. Era un favor que le había hecho sin haberlo pedido.

«Que conste que estás aquí gracias a mí. Si no fuera porque soy amigo de Ravi, tú no tendrías espacio en su familia. Y la familia es muy importante, hijo mío».

—Porque en caso de haber seguido la ruta establecida, los habríamos visto gracias a nuestros espías, pero en esta última semana no hemos recibido ninguna grabación en donde salieran navegando por los aires.

Aquellos espías que mencionaba eran gaviotas. Las gaviotas mecánicas eran un tipo de artilugio que utilizaban los marineros para hacer un pequeño pronóstico del tiempo, además de avisarles dónde se hallaban los peces.

Mecanizar animales había sido uno de los grandes avances de K'haem gracias a la tecnología de Baìshrich. La energía a vapor había supuesto un antes y un después en aquella era, y todo gracias a la revolución industrial. También era un arma de doble filo. Los marineros usaban gaviotas, pero también podían mecanizar otros pequeños animales como gatos o ratas. No era la primera vez que la autoridad había descubierto que aquellos animalitos eran en realidad espías de alguna organización criminal.

Mar de Niebla (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora