1.- Padre Damián

2.1K 43 11
                                    

"Oh sííííí cómo me coges

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Oh sííííí cómo me coges. Oh... sí.. sigue así... oh como me llenas...¡así!"

El hombre continuaba perforando el coño de la prostituta intentando clavarla lo más profundamente posible, metiendo su pene completamente en la humedecida vagina, para luego revolverse dentro de ella, haciendo pequeños círculos, que incrementaban los gemidos de la mujer.

El varón desenfundó su verga y de inmediato volvió a ensartarla hasta los mismos testículos.

"Oh... sí... Oh...."

El nombre del macho es Rodrigo Santelmo, todo un ejemplar masculino de 1.80 de estatura, piel blanca, musculoso, cabello negro y ojos del mismo color.

Esta noche, Rodrigo acudió a un burdel para desfogarse con una puta, después de algún tiempo de no hacerlo.

Felisa, una joven prostituta, gozaba ampliamente de las embestidas del potro salvaje que la montaba. ¡El macho la estaba empalando a fondo! Quería demostrarle a la mujer su potencia física, su capacidad de satisfacer a una puta. Y, lo estaba consiguiendo.

Ella se sentía completamente llena con aquel grueso y duro falo. Estaba completamente entregada a las embestidas de ese hombre que la estaba cogiendo como debe cogerse a una mujer.

La sensación de placer se incrementó cuando Felisa observó cómo el hombre  la tomó de las caderas, tirando de ella hacia su cuerpo, al tiempo que la perforaba sin piedad. Aquello fue demasiado para la prostituta. Su ya ardiente coño, se convulsionó, y pronto se vio alcanzando su primer orgasmo de la noche.

Felisa: Oh, Rodrigo oooh... me vengo ooohh sigue ooohhh

El ojinegro no cesó de clavar una y otra vez a la prostituta, aun mientras ella se convulsionaba por el orgasmo. Felisa estaba extasiada, percatándose de la vitalidad del macho que la follaba, y eso la enardecía más.

Tras unos momentos de convulsión, en el que la mujer alcanzó la cúspide del placer, mediante un  sonoro orgasmo, que pudo escucharse en los cuartos cercanos del burdel, Rodrigo salió de ella, para colocarse boca arriba sobre la cama, e instó a la mujer a subirse a horcajadas sobre él, diciéndole: ¡anda, móntame como si fueras una yegua en celo!

Felisa observó el vigoroso pene del hombre que emergía como un misil entre las piernas del mismo. Obedeció y se situó sobre las piernas del varón, hasta colocar su vagina justo a la altura del cipote. Luego descendió y se fue clavando poco a poco, para terminar, ensartándose totalmente en aquella verga.

¡Se sintió nuevamente llena! Aquella verga la satisfacía plenamente.

Luego, comenzó a saltar sobre el mismo como si fuera una amazona, cabalgando al macho semental. No solo subía y bajaba sobre el caliente nabo, sino que intercambiaba con movimientos hacia atrás y hacia delante, que llevaron al hombre a gruñir de auténtico placer. Los pechos de la mujer rebotaban con cada subida y bajada, y le daban un morbo especial.

Santo PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora