Después de la unificación de las coreas y el inicio del reinado de la familia Kim, la situación no ha sido favorable para los ciudadanos coreanos que se encuentran aún atrapados en una guerra que cada vez cobra más vidas.
Para el príncipe Kim Taehyu...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Después de años Corea había vuelto a ser una misma bajo la monarquía de la familia Kim.
Claro que muchas cosas cambiaron para las personas que habían vivido atormentadas dentro de Corea del Norte durante tantos años de estar excluidas en contra de su voluntad y sin demasiadas elecciones. Habían aprendido todas los avances tecnológicos y sociales que habíamos alcanzado no sólo en Corea del Sur, sino también en el mundo entero.
Sin embargo, claro que no todo había sido bueno en la guerra para la unificación de los territorios, especialmente para aquellos que estaban en la primera línea, entre esas personas; mis padres.
Mucha gente como yo había quedado desamparada, huérfana, sin hijos, sin familiares, sin amigos. Había sido abrumador y devastador todos los daños que habían sufrido ambos países. Aunque ahora era tarea de los reyes tratar de dar respuesta a todos los casos de sus ciudadanos.
A pesar de que mis padres habían sido un par de militantes importantes y cercanos a la corona, la suerte no me había sonreído en lo absoluto. Hoy tenía una deuda prácticamente impagable que me tenía sentada frente a esta persona que me veía con una sonrisa tranquila aunque falsa. Yo lo sabía, ambas conocíamos la situación real entre nosotras y también en el país.
— Vas a aceptar el empleo, ¿cierto?
— No veo muchas más opciones.
— Yo tampoco las veo para ti, preséntate mañana mismo y jamás olvides lo que hemos hablado aquí.
La vi levantarse y salir de mi casa, no sin antes dirigir una desagradable mirada a la foto de bodas de mis padres. Me sentí ofendida y enojada, sin embargo no hubo nada que yo pudiera decir al respecto porque ya no podía tener más problemas.
👑
Al siguiente día estaba delante del castillo real, una edificación nada humilde y a mi parecer prepotente que se habían dado el lujo de construir. Sentía repulsión tan sólo de verla y recordar quiénes eran las personas que vivían en este lugar.
La entrada que daba a la calle quedaba demasiado lejana a la entrada principal del lugar, lo que tenía todo el sentido del mundo considerando los ataques diarios que se recibían.
Aún así, se habían encargado en hacer la entrada un sitio soberbio, con un lago hermoso de forma circular que cuidaba una zona central con unos arboles de cerezo, aunque en realidad mirando a mi alrededor todo denotaba la cultura del país, nuestros arboles tradicionales, la infraestructura representativa con aquellos pequeños techos rojizos de tabloides verdes.
