Kim Namjoon se encuentra al mando de la mafia más poderosa en todo el territorio surcoreano. A pesar de su juventud, logró posicionar su clan en la cúspide del inframundo criminal. Su notable destreza en el liderazgo garantizó que la jerarquía de lo...
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Ese día, Taehyung confirmó que la sonrisa de Jungkook era verdaderamente hipnotizante. Fue la combinación perfecta de rasgos en su rostro lo que la hacía tan cautivadora. Sus ojos se estrechaban ligeramente, creando adorables arruguitas en las esquinas. Su nariz también se arrugaba y sus dientes, que parecían los de un conejito, quedaban al descubierto. Jamás habría imaginado que ese mafioso podría sonreír de esa manera, y le hacía sentir especial saber que era uno de los pocos privilegiados que podían presenciar esa sonrisa. Ese momento era uno de los recuerdos que Taehyung deseaba atesorar en su corazón, guardándolo solo para él.
Tal parece que contemplarlo también se había vuelto una costumbre suya sin siquiera darse cuenta. Jungkook negó ligeramente con la cabeza.
—Deja de verme fijamente, Kim —declaró con burla, consiguiendo que el menor saliera de sus pensamientos.
Taehyung desvió la mirada, sintiendo su rostro arder por ser descubierto observando a Jungkook de más. Resultaba irónico que le reprochara a Jeon el mirarlo tanto cuando, en realidad, hacía lo mismo. En ese momento, se quedó sin palabras y optó por enfocar su vista en la noche, mientras un profundo suspiro escapaba de sus labios.
—¿Cómo te sientes? —escuchó a Jungkook preguntar con gentileza.
—Ni siquiera lo entenderías si te lo explicara —respondió con tristeza, negando con la cabeza.
El mafioso le observaba con atención, y Taehyung podía sentir su mirada sin necesidad de girarse. El silencio se cernió entre ellos, hasta que Kim sintió como un mechón de su cabello era acomodado suavemente detrás de su oreja.
—De hecho, Taehyung, creo que soy la persona que mejor podría entenderte.
Sus palabras llenaron al menor de incertidumbre. Parpadeó confundido antes de girarse y encontrarse con la mirada de Jungkook, cuyos ojos revelaban claramente una profunda tristeza. Se mantuvieron observándose por un instante, hasta que el mafioso inspiró profundamente y dejó escapar un suspiro profundo.
—Tenía solamente quince años cuando se supo lo de la enfermedad de mi madre —empezó relatando, desviando su mirada hacia la ventana. —Saber que le quedaba poco tiempo de vida fue un golpe devastador. ¿Cómo se supone que asimiles a esa edad que estás a punto de perder a la persona que lo es todo para ti? El dolor que esa noticia trajo, fue algo que jamás sería capaz de expresar. Estaba a nada de perder lo único bueno de mi jodida vida, era obvio que eso me afectaría demasiado. Sin embargo, nunca imaginé que lo haría de la manera en que lo hizo.
Jungkook volvió a encontrarse con la mirada de Taehyung, quien le observaba atentamente. Hablar de este tema no era algo que le agradara en lo absoluto, pero algo en la expresión del menor le impedía detenerse, así que, dejando escapar un suspiro, continuó relatando.
—En ese momento, fue cuando mis problemas de depresión y ansiedad comenzaron.
Escuchar esas palabras proporcionó a Taehyung una mayor comprensión cuando Jungkook mencionó que él era la persona que mejor podría entenderlo. De repente, se dio cuenta de que no era el único con un pasado trágico, y en ese momento, sintió un apretón doloroso en su corazón. Taehyung había perdido a su madre sin previo aviso, una experiencia que había sido una completa tortura. Ni siquiera podía imaginar cómo sería saber que cada día que pasaba era un día menos para ella y no ser capaz de hacer nada para evitarlo.
