Día 3: Aroma

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Debo decir que está por lo menos la veo posible...

Nooo condenada ruleta porque tan pocas palabras de nuevoooo.

Alpha: Beelzebu

Omega: Samael

¿(69)?

En el grupo el único Omega no era otro que Samael, el más inteligente de aquel trio de amigos.

Sin dudas a Beel le gustaba pasar tiempo con el, era increíblemente inteligente y un poco más cautivador con su cálida sonrisa, una lastima que cuando Satanás lo atravesó el dulce aroma que tanto le encandilaba como una lampara a una mosca, se había extinguido o eso llegó a creer, mientras el dulce aroma de aquel Omega volvia a su mente una y otra vez, como un dulce recuerdo tan lejano.

El aroma de las fresas maduras acompañadas con el dulzor de la miel muy característico de los omegas en edad reproductiva y un toque de kiwi, sin mencionar que este, nunca tuvo problema con mostrarse como era, otra cosa que amaba, apesar de que el otro  fuera duramente criticado y visto mal ante los alfas conservadores... "Viejos idiotas deberían darles..." Recordaba sus palabras.

Pues como un Omega se atrevía a salir con dos alfas a la vez, completamente solo y más tarde tres, era impúdico, lujurioso y atentaba contra las buenas costumbres e incluso la moral, Beelzebu aún recordaba sus palabras y como aquel pelilargo parecía reírse dejando que su aroma saliera un poco más, aveces siendo el quien los marcaba con su olor, cosa por la que no se quejaba.

Las veces que ante aquellos molestos dioses, se sentaba en las piernas de Lucifer y lo abrazaba como dos amantes en un momento tierno, solo por molestar a los mirones, otras abrazaba a Azazel contra su pecho y en algunas más no dudaba en besar su mejilla haciéndolo sonrojar.

Vaya, cómo amaba a aquel chico de lentes y aquel delicioso aroma, fue una lástima que no lo averiguara hasta muy tarde, cuando el aroma se disipó en el viento de la soledad y murió ahogado en su tristeza solo recordando lo que perdió.

Cuando intento buscar en Lilith lo que perdió ese día a manos de Satanás y aún más la sangre que mancho sus manos... Pero no hubo nada de aquel ahora solo la esencia de la muerte misma.

Pero lo que no entendía es porque, cuando sus dedos atravesaron a Nikola, un resquicio de aquel bendito aroma había llegado a su nariz, casi como un "Bien hecho" de parte de aquel omega.

Aún pudo recordar el aroma de aquel que fue uno de sus más grandes amigos y aún, deseo morir el doble... Pero pudo verlo, casi como un recuerdo cada que cerraba los ojos, la mirada anhelante y aquella pequeña sonrisa que había nacido en sus labios, mientras le observaba caer.

Pero algo sabía, el día que aquel aroma volviera a el no lo dejaría desaparecer, se lo juraba... El día que muriera el olor de las fresas, el kiwi y la miel sería el que presagiaria a la dulce muerte y le traería de regreso a aquel ángel...

Aquel que debió ser siempre su ángel, porque si no fuera en esta vida sería en la siguiente... se lo juraba.

-No necesito ser un dios, solo tener una vida a tu lado y valdrá la pena, inclusive una inmortalidad en el limbo... Mi querido Samael... Te amo-

Omegacember a un giro con SNVWhere stories live. Discover now