Capítulo 1

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Dazai se encontraba en la casa de Chuuya, tenía la mirada perdida y estaba absorto en sus pensamientos. Observó preparar la comida al pelirrojo, los movimientos precisos y rápidos de sus manos.

—Ven a comer, Dazai —dijo Chuuya, su voz era suave pero firme.

Dazai alzó la mirada y lo observó. Los ojos de Chuuya posaron sobre los de Dazai.

—Chuuya, ¿por qué haces esto? ¿Qué ganas? —preguntó Dazai.

— ¿Debo ganar algo? —Respondió Chuuya, con una sonrisa irónica.

— Se supone. —murmuró Dazai.

«Lo hago porque me importas» pensó Chuuya. Pero en lugar de decirlo, pronunció palabras más crudas:

— Lo hago porque solo yo puedo matarte.

Dazai se quedó callado, sus ojos oscuros clavados en los de Chuuya. El aire se volvió denso.

— Y aún así tratas de encontrarme una razón para vivir, eso es algo contradictorio, ¿no crees? —dijo el castaño. — Cosa que no deberías hacer, porque yo veo claramente que mi propia vida acabará pudriéndose mientras yo permanezca impasible, inmerso en esta rutina diaria como una hoja de musáceo que se pudre en el árbol sin caer al suelo. Eso es lo que no puedo soportar, y es por eso que necesito huir de esta lúgubre vida.

Chuuya apretó sus puños con fuerza, sintiendo cómo la rabia se acumulaba en su pecho.

— ¿Realmente es eso lo qué quieres? ¿Huir y dejar todo este sufrimiento? —susurró Chuuya.

«Deseo que llegue una inmensa felicidad, aún si después viene la desgracia», pensó Dazai, pero esa idea también lo abrumaba por lo que solo ignoro sus pensamientos.

— Solo quiero morir, deseo y anhelo la muerte —dijo en voz baja.

— No, tú no deseas la muerte, solo no tienes motivos para desear la vida —respondió Chuuya.

Dazai se quedó callado un momento, sus ojos buscando respuestas en los de Chuuya.

— Dijiste que ya estaba la comida, vamos antes de que se enfríe —cambió abruptamente de tema.

Chuuya miró cómo Dazai se dirigía al comedor, su figura demacrada y frágil. Por primera vez, a Chuuya le hubiera gustado escuchar aquella voz tan infantil y molesta, porque aquella persona que veía sentada en aquel comedor parecía un muerto viviente, un cuerpo vacío sin alma y esperanzas.

— Te hice pinzas de cangrejo, tu favorito —dijo el pelirrojo.

Dazai lo miró sin emoción alguna.

— En realidad, ya no tengo hambre.

—Dime la verdad, Dazai. ¿Hace cuánto no comes?

Dazai no respondió y solo desvió la mirada. Ante eso, Chuuya suspiró y comenzó a darle de comer en la boca.

— ¡Chuuya, no!

— Dazai, abre la boca.

Dazai negó con la cabeza.

— ¡Tragate la comida, imbécil!

— ¡No quiero!

Y en ese instante, Chuuya le metió la comida en la boca a Dazai.

Después de eso, Dazai estaba en el sofá, cruzado de brazos.

— No hagas berrinches.

Dazai ignoró a Chuuya, por lo que este suspiró y se acercó a él.

— ¿Quieres ver una película?

— No.

Dazai sentía una opresión en su pecho, algo que le impedia hablar y decir lo que pensaba, algo que lo tenía atado con cadenas de hierro. Frunció el ceño, que miserable tenía que ser para sentirse ahogado en ese mar de tragedia. Dirigió su mirada al pelirrojo y hablo.

7 Días Antes De Mi SuicidioWhere stories live. Discover now