Capítulo 4

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Los sucesivos días entraron en decadencia. Tras la espectacular noche que pasaron con Jorge y sus amigos, Axel había vuelto a su auténtica y fracasada rutina. Durante esos días, Axel trabajó casi el doble de las horas que había en su contrato, puesto que Maica y él habían llegado a un acuerdo con su primo para no trabajar ambos el sábado.

La mañana siguiente a la noche con Jorge, a pesar de que despertó muy alegre, sus expectativas del día se vieron menguadas al enterarse de que su abuelo había empeorado.

Tras un rápido y triste desayuno familiar, fueron a visitarle. Su abuelo tenía sesenta y cuatro años, no era una edad realmente avanzada, pero su enfermedad había causado tales mellas en él que parecía envejecer el doble de rápido que una persona normal. Axel recuerda a su abuelo perfectamente, no a la persona que estaba sentada en aquel mullido y estropeado sillón. Él lo recuerda jovial y divertido, podía visualizar en su mente muchos momentos en los que este le hacía reír: una vez cuando tenía siete años, le ayudó a limpiar el coche y le mojó por completo con la manguera, dejando al pobre abuelo empapado; cuando tenía trece, recuerda que se compró una gorra solo porque su abuelo también usaba, ambos se echaron una foto sonriendo que aún guarda en su cartera; a los dieciocho años, le enseñó algunas recetas, su abuelo había trabajado desde siempre como cocinero y tenía muchos trucos para poner en práctica; a sus veinte años, su verdadero abuelo había muerto, ahora tenía una enfermedad que no le permitía ser la persona con la que una vez compartió dichos recuerdos.

Desde hace un par de años, el abuelo dejó de reconocer a todas las personas que había a su alrededor y los padres de Axel decidieron ingresarlo en un hospital psiquiátrico donde podían cuidarle y darle el trato que necesitaba. A Axel eso no le parecía bien. El abuelo solo reconocía a su hijo, pero en el cuerpo de Marquitos; cada vez que este aparecía le llamaba por el nombre de Luis, el padre de ambos. Cómo el Alzheimer puede hacerte perder tanto la cabeza como para confundir a tu nieto con tu propio hijo, pensó mientras observaba como el abuelo tomaba una cantidad ingente de pastillas de una sola vez. La novedad esta vez fue que, además del Alzheimer, también había desarrollado un tipo de diabetes, de modo que tenían que cambiarle la medicación y controlar sus comidas, además de pincharle insulina cuando fuese necesario.

El día siguiente fue igual de nefasto. Tras un duro día de trabajo, Axel tuvo una riña con su hermano. El pequeño había decidido gastar todos sus ahorros, una paga mensual de diez euros que le daban sus padres, en papeletas para un sorteo de una cesta de golosinas. Menos mal que solo llevaba ahorrado no más de treinta euros. Cuando el hermano mayor se enteró empezó a gritarle y recriminarle, posiblemente descargando la tensión que había acumulado durante todo un día trabajando como camarero en temporada alta. Marcos también le vociferó, este tenía cada vez más carácter a medida que se formaba su personalidad, y al fin y al cabo era su dinero. Axel no podía entender cómo su hermano podía ser tan diferente a él. Este nunca tuvo una paga mensual, y el poco dinero que ahorraba era el que sus padres le daban para realizar alguna compra, y se quedaba la vuelta, gastándolo solo en cosas estrictamente necesarias. Quizás esa enseñanza le volvió más ahorrativo que su hermano. El colmo de aquella noche fue discutir posteriormente con sus padres por regañar a su hermano pequeño, pues sus padres le daban la razón a Marcos. Así aprenderá a gestionar mejor su dinero, dijo su padre.

Aquella noche, Axel necesitaba evadirse de la realidad conectando con el mundo virtual. Por impulso buscó un nuevo vídeo de Doget, pero este no tenia ninguna notificación. Era un poco obvio, pues si se encontraba de vacaciones era normal que no subiese vídeos. En su lugar reprodujo un vídeo antiguo que nunca había visto. Axel seguía a Doget desde hacía ya tres años, quizás cuando empezó a ser un youtuber más reconocido. No obstante, este subía contenido desde hace más de seis años. En cierto modo le parecía divertido ver vídeos antiguos del canal, visualizando la cara de Jorge cuando tenía unos veinticinco años, la edad que tenía Axel en estos momentos. Se veía un poco infantil con cinco años menos, pensó Axel. Igualmente tenía ese mismo torrente de voz que tanto le agradaba.

Entre dunas y olasOù les histoires vivent. Découvrez maintenant