II. La Vida.

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¿ Porque tiene que hacer tanto frío?. Anoche me quedé dormida en el sofá, con la manta y el pijama verde. Es el más abrigado que tengo. Me ha despertado el frío a las ocho de la mañana. Intento ahorrar todo lo que puedo no poniendo la calefacción, a no ser que sea necesario hacerlo. Anoche me dormí sin ponerla y ahora la casa está helada. Me preparo el desayuno sin desenrollarme de la manta. Una tostada con mermelada de fresa y café con leche. Tampoco me acordé de poner el teléfono a cargar y le queda un seis por ciento de batería. Será suficiente para desayunar viendo en redes a mis amigas disfrutar de su fin de semana. Yo no entiendo de eso, porque trabajo todos los sábados y casi siempre en horario de cierre, es decir, de cuatro de la tarde a cierre, que suelen ser las diez y media. Maldigo el frío y el invierno. También la batería del móvil que se ha apagado antes de terminar de desayunar, en mitad de un vídeo de Instagram de Paula, que está pasando el fin de semana de compras navideñas en Madrid con su chico. La realidad se me hace un muro.

Toca ponerse en marcha y pongo a cargar el teléfono antes de ir al baño. No me hace gracia que me doy cuenta al verme en el espejo del baño, que sigo forrada por la manta, más bien me da miedo, porque tengo que desnudarme para ducharme y me voy a quedar helada, así que preparo todo lo necesario antes de empezar a quitarme capas de abrigo. Las toallas, la ropa que me voy a poner, el secador para el pelo, las planchas... Enciendo el chorro de agua caliente para que vaya cogiendo la temperatura y me quito de encima la manta. Me fijo en el espejo las pintas que tengo con este pijama. Debe de ser la prenda más antierótica que se haya vendido jamás. Es viejo ya, la verdad y hasta tiene bolas, pero es el más cómodo y caliente que tengo. Aun así, al quitarme la manta se me han erizado los pezones por el frio y se notan duros bajo el pijama. Me quito la parte de arriba. Los miro y me reafirmo en mí misma. Me gustan mis tetas. No son grandes ni redondas como balones, pero son bonitas y están en su sitio. Con los pezones así, además, son muy sexys. Me recreo un poco en el espejo gracias a ese sentimiento positivo. Soy joven, mido metro sesenta y cinco y peso cincuenta y dos kilos. No tendré un cuerpo fitness, pero no estoy gorda. Eso no me importaría la verdad, pero estoy satisfecha con mi cuerpo. No tengo el vientre plano, más bien lo cubre una capita fina de grasa, pero mejor ahí que en el culo o las cartucheras. A mí me gusta más así, por lo menos. Al mirarme más abajo me da hasta un poco de vergüenza, porque la parte de abajo del pijama está peor aún que la de arriba y la goma ya, ni existe. Se sustenta de mis caderas, pero se caería con un susurro. Salto un poquito y el pijama cae al suelo y yo río con ganas. Pero entonces me veo las bragas. Podrían ser de mi madre y son de esas que alguna definiría como de cuello vuelto. ¿ Que quieres?. Son mis bragas preferidas para dormir. Creo que las tengo desde hace más de diez años. El caso es que viéndome, soy lo menos provocativo que podría imaginarme en una tía y si me quito las bragas, empeora. No me depilo desde el verano, hace tres o cuatro meses, pero eso ¿ a quien le importa?. Nadie me va a ver así hasta la primavera y eso con suerte. Me quito las bragas y me meto en la ducha antes de la hipotermia. El agua caliente me da un respiro y disfruto de sus caricias un poco más de lo normal por no enfrentarme a salir de su protección, al frío glacial de mi piso. Cuando me decido por fin, me muevo a toda prisa. Me seco un poco y aplico la hidratante a groso modo, me enfundo unos vaqueros encima del primer tanga que he cogido del cajón y un sujetador que no es que no sé lleve bien con el tanga, es que no sé hablan. Azul marino y marrón. Me da igual. Me planto una camiseta térmica, una camiseta gruesa de manga larga y una sudadera. Por moverme tan aprisa no solo no tengo frío, casi hasta tengo calor ya vestida. Me seco el pelo y después lo plancho. En el espejo del baño no se ve nada por el baho de la ducha y salgo al pasillo a mirarme en el de la entrada. Ni siquiera me he maquillado aún, pero me veo guapa. Tengo el pelo largo y castaño como los ojos y una cara fina, adornada por una nariz algo pequeña y respingona. Mis labios no son gruesos, pero bastante carnosos y la boca en tamaño va en sintonía con la nariz. Me merezco un homenaje, claro que sí. Al instante decido que hoy tengo una cita. Me maquillo con esmero para obtener un resultado discreto, pero eficaz. Me perfumo con dos gotas de Chanel. Aún queda más de medio frasco y lo compré las navidades pasadas. Eso está bien, porque para diario tengo tres perfumes que también me gustan, pero que son mucho más baratos. Salgo de casa y camino hasta mi coche.

Iníciame en tus perversiones. Where stories live. Discover now