El forense

El doctor Garrido

El doctor Garrido metió el informe al cajón para por fin poder irse a casa, ese día se había quedado hasta tarde ya q esta última semana había tenido más trabajo que de costumbre, es lo que había tras q la tasa de suicidio creciera un 15,23% y aunque todavía no se sabía porque cada día le llegaban nuevos cuerpos a la morgue para hacerles pruebas y determinar la causa de la muerte, aunque últimamente no era un misterio ya que todos estaban allí por lo mismo. En ese momento cogió el coche y condujo hacia su casa mientras observaba como al ser pleno invierno las calles de las afueras estaban vacías por la noche, lo único que se veía era la tenue luz de las farolas q parecía que alumbraba más al complementarse con las luces del coche pero mediante iba pasando las farolas veías como el tramo que dejabas atrás se oscurecía hasta q ya no podías verlo era como si todo el mundo hubiera desaparecido. Hasta que llegabas a la ciudad, que estaba igual de vacía pero los ruidos de las casas los coches de gente que volvía del trabajo conseguía llenar ese vacío que sentía conduciendo hacia su casa cada noche. A las once y media de la noche al fin pudo aparcar el coche frente a su casa para hacer lo único que deseaba al llegar, cenar, irse a dormir y ver a su hijo Alejandro al que, aunque no veía mucho y solo pasaba un día entero a la semana con él, ya que era el único que le quedaba en esta vida para poder querer y ser su única razón para no convertirse en ese viejo ermitaño antisocial que siempre había tenido el miedo de ser.