Marla

25 3 0
                                    

Por mucho que yo haga mis preguntas, Kilian no tiene intención de responder ninguna. El dolor en sus ojos oscuros es innegable, está claro que el solo hecho de mencionar el nombre de Violet le hace daño. ¿Qué habrá pasado entre ellos? ¿Dónde estará ella ahora mismo? Tantas preguntas que hacerle y nunca tiene respuesta para ninguna de ellas.

— ¿Quién es ella? Quiero ayudarte, Kilian, pero no me dejas llegar a ti y esta situación ha comenzado a frustrarme —lo miro con los ojos entrecerrados, su boca se mantiene a escasos centímetros de la mía.

Él cierra los ojos y toma aire antes de hablar.

—Era mi mujer. —Pronuncia las palabras con voz desolada. Doy un paso atrás, sorprendida ante el hecho de que me haya respondido —. Ella… murió —aunque percibo que desea seguir conversando, deja sus palabras a medias y también da un paso atrás, sorprendido por su ataque de sinceridad. Parece confuso, sacude la cabeza y me mira a los ojos.

—Su recuerdo te sigue doliendo —asevero sin apartar la vista de él.

—Ella no es nadie, ya no significa nada para mí —vuelve a sacudir la cabeza, pero esta vez de forma efusiva.

—Ya, por eso guardas una caja repleta de fotos suyas.

Fuerzo una sonrisa y me aparto por completo de él. Tomo la ropa que antes había tirado encima de la cama y camino en dirección a la puerta de la habitación.

—Tengo que arreglarme, Cooper me espera —me voy rápidamente, ansiosa por ponerle fin a esta situación tan incómoda que hace que me replantee muchas cosas con Kilian, porque es obvio que aún no olvida a esa chica. Maldigo entre dientes mientras camino hacia la otra habitación.

—Que idiota eres, Marla —me regaño a mí misma.

El tono de mi teléfono comienza a sonar dentro de la habitación, por lo que corro para alcanzarlo a tiempo. El nombre de Serena se ilumina en la pantalla y hago una mueca, no tengo ganas de escuchar sermones sobre el aborto y la importancia de traer niños al mundo. Llevo evitándola todo el día, porque sé lo que va a decirme y también sé cómo va a terminar nuestra conversación. Serena se tomó muy mal el hecho de haberme realizado un aborto para ponerle fin a mi embarazo, pero no entiende que todo el mundo no es como ella, que decidió tener a su hija sin ayuda de nadie. Pero no existe margen de comparación entre Alan y el cabrón de Carlos. Son dos personas totalmente diferentes y eso es lo que mi amiga no entiende.

—Serena —la saludo, tratando de sonar tranquila mientras espero su sermón matutino sobre la responsabilidad afectiva.

— ¡Vaya, parece que sí tengo amiga! —Su voz de terciopelo y su acento americano me hacen sentir bien, aunque también me causa gracia —. Empezaba a pensar que ya no me considerabas tu amiga.

Sonrío de medio lado y en ese mismo instante Kilian entra en la habitación. No me mira directamente, pero lo hace de reojo como si le diera curiosidad mi llamada.

—Sabes que eso no es posible — garantizo para que no le queden dudas de mi amistad.

— ¿Cómo te sientes? —pregunta ella con un hilo de preocupación en su voz.

—Bien, me siento bien.

—Me alegro, ¿qué haces esta noche? Cenemos juntas en el bar de Alan —murmura entusiasmada.

—Tengo que ir a la fiesta de Cooper, no puedo fallarle —no es una excusa, pero la verdad no me apetece mucho salir con Serena, no tengo humor para que llene mi cabeza de problemas y comentarios sin sentido. La quiero, pero a veces prefiero distanciarme de ella.

—Entonces mañana, no tengo problema con eso ya que Oliver se ha llevado a los niños hoy —insiste, y estoy consciente de que no parará hasta que diga que sí.

Trilogía Pecado (Libro 1, 2 y 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora