—Bueno, Andrada, supongo que este es nuestro día, así que... ¡Feliz Halloweeen! ¡Y feliz cumpleaños también!
La sarcástica felicitación de Medusa viene acompañada por una mueca de desagrado al alzar su copa de vino. Mi expresión imita la suya cuando chocamos las copas, pretendiendo celebrar algo que ambas odiamos. Gracias a la reclusión de la que goza la mansión de Medusa, ubicada en los más profundo del Bosque Oscuro del Reino del Horror, la algarabía no llega a nuestros oídos, pero ya puedo imaginarme la fiesta que estarán montando en el centro del reino.
Al fin y al cabo, aquí es donde vivimos los protagonistas de los horrores mundanos.
—No, definitivamente este no es mi día. Es su día, especialmente el de ese indeseable. No puedo creer que todavía haya criaturas que beban los vientos por él. Y tampoco es mi cumpleaños, yo no tengo de eso —gruño, poniendo los ojos en blanco al beber de mi copa.
—Y otras tantas que quieren verle desaparecer con viento fresco, como nosotras, pero si fuera tan fácil, Vladimir ya habría muerto hace tiempo.
A pesar de que los ojos de Medusa están cubiertos por una tela de seda verde y dorada, puedo ver la repulsión y odio más puros reflejados en su rostro. Podréis llegar a pensar que dichos sentimientos son demasiado terribles, pero no es para menos teniendo en cuenta hacia quién van dirigidos. Hace siglos que Vladimir acabó con la vida humana de Medusa y eso no es algo que se olvide fácilmente.
Supongo que conoceréis la historia de cómo Medusa pasó de ser una de las humanas más bellas de la antigua Grecia a ser considerada un monstruo, ¿verdad? Bien, como recordaréis, ese malnacido de Poseidón decidió violarla en el templo de Atenea y la otra diosa pedante la tomó con la pobre humana por mancillar su templo, convirtiendo su pelo en agresivas serpientes que petrificarían a todo aquel que le mirase a los ojos. ¡Como si ella hubiera tenido la culpa! Sí, esa es la parte de la historia que todo el mundo conoce, pero algo sucedió justo antes, algo que Vladimir se encargó muy cuidadosamente de omitir de la historia de la humanidad.
Y es que Vladimir, el vampiro más cautivador y repulsivo que jamás haya existido, sedujo a Medusa únicamente porque se le antojó beber su sangre. Después de engañar a la joven, la dejó medio muerta a las puertas del templo, donde Poseidón aprovechó para hacer lo que quiso con ella ya que no podía ofrecer resistencia. Desde entonces, convertida en un monstruo a ojos de todo el mundo e incapaz de convivir con nadie sin matarles por error, Medusa se recluyó en su mansión del Reino del Horror, deseando llevar el resto de su vida eterna tranquila y alejada de todo y todos.
—Es difícil, sí, pero no imposible —señalo con expresión pensativa, dándome toquecitos en la nariz con mi larga uña negra—. He estado pensando mucho en eso desde que el malnacido me venció. Ya sabes que hace tiempo me rehusé a seguir dejándome pisar por nadie.
