Capítulo 3: Un admirador secreto

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Capítulo 3

Un admirador secreto

Esa mañana me había levantado terriblemente sola, los miércoles no solía ver ni un rastro de la existencia de mis padres, algunos días podía encontrar algunas cosas suyas colocadas en lugares que no deberían estar, pero ese día en especial ni siquiera regresaban en la noche. Comprendía que trabajasen, trataba de convencerme tontamente de que todo era por mi bien, aunque no fuese así. Sabía que disfrutaban del licor, las fiestas, la comida italiana y quizá algo más. Una parte de mí sabía que era sólo un estorbo, que su trabajo tenía un horario bastante cómodo para pasar tiempo en familia, sólo que ellos no querían estar conmigo.

Era un poco triste, empezaba a comprender que no había forma de tapar el sol con un dedo... y no me gustaba, pues la verdad resultaba tan amarga que prefería una mentira dulce.

Pronto conseguirán suficiente dinero y seremos una familia feliz. No podía dejar de pensar en esas cosas, sin importar si me estaba dando una ducha o si me vestía, tampoco pude dejar de hacerlo mientras iba camino a mi instituto.

—¡Ofertas increíbles en ropa de todo tipo! —escuché desde una de las tiendas cercanas al instituto, logré ver varias chicas con uniforme peleando por entrar, parecían escorpiones en un balde.

—Las chicas me dan miedo, se enloquecen por un par de prendas... —comentó Dante, estaba a mi lado y me hacía sombra.

—En esa tienda también venden ropa interior —dije, sin darle mucha importancia, sin embargo él estaba casi babeando.

—¿En serio? —preguntó, su voz sonaba ronca y se relamía los labios.

—Pervertido —mencioné, luego seguí caminando si prestarle gran atención.

—¡Espera! —gritó, estaba más o menos a un metro de distancia.

—No espero a los pervertidos, podría ser algo contagioso —respondí mientras hacía una mueca dramática, expresando mi repulsión, después me encogí de hombros y me marché.

Él apresuró su paso, llegó hasta mi lado y me acompañó hasta la entrada. Nos despedimos con un saludo de manos, me pareció entrever una melena de rizos castaños, me tallé los ojos y miré con más atención: nada. Lo pasé por alto y me dirigí a mi salón, Nana ni siquiera se acercaba a mí, parecía evitarme y no me quería dirigir la palabra.

Estuve un poco triste por eso, pues las clases se habían empezado a convertir en algo monótono... sin mencionar que Dante estaba algo raro, como si estuviese tramando algo que no iba a ser favorecedor para mí. Pasé pensativa toda la clase, miraba intensamente la ventana, ese día el sol brillaba demasiado y el calor se estaba intensificando, todos en el salón trataban de disimular su incomodidad, algunos recurrían a los simples y útiles abanicos de papel, sino a mover sus cuadernos para crear pequeñas brisas refrescantes. Todos se relamían los labios, respiraban con dificultad y sudaban. Yo me incluía en esta lista, sólo que estaba presentando peores síntomas como: mejillas calientes y probablemente sonrojadas, mareos y sed excesiva. Me estaba debilitando tanto que pronto me desmayaría si el calor no menguaba, para mi suerte tocaron el timbre de hora de almuerzo y pude irme corriendo hasta la máquina dispensadora de refrescos, introduje el dinero que pedía y apreté el botón que correspondía a una lata fría de jugo de uva. Lo bebí casi de un sorbo. Sabía a gloria.

—Dame un poco de jugo —escuché cerca de mí, no pude reconocer la voz, era tan apagada y lenta que parecía un zombie, mis suposiciones no estaban muy lejos de la realidad, Dante traía una expresión terrible en su rostro y sus mejillas estaban tan rojas que parecía tomates.

—Los pervertidos no lo merecen, además ya no me queda —recité mientras volcaba la lata de mi bebida, no salió ni una sola gota y él me miró de mal modo.

El Conquistador (TERMINADA)Where stories live. Discover now