Hubo una noche en la que él llegó.
Ebrio.
Yo estaba dormida y él se subió sobre mí.
Rompió mi bata y me dejó desnuda.
Yo luché para sacarmelo de encima.
Pero su mano rompió en dos mi labio.
Me quedé quieta tratando de disfrutar su placer.
Pero dolía.
Y él seguía moviendose.
Rompiendome.
Desgarrandome.
Amandome.
Supe que lo hacia.
Porque a mi lado estaban las rosas blancas.
Que él me había traído.
Porque me amaba.
Y yo lo amaba a él.