Papá, vi a Santa besar a mamá

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La navidad era la época favorita de la pequeña Akane, a sus seis años, le fascinaba ver como la ciudad entera se transformaba completamente en un mundo lleno de color y alegría, amaba ir con su mamá de compras al mercado, le gustaba correr de vitrina en vitrina, admirando los adornos, se la pasaba saludando a todas las personas, sonriéndoles y deseándoles una feliz navidad, pero sin duda, una de sus partes favoritas, era cuando algún adulto le preguntaba a su mamá si había sido una buena niña y cuando recibían una respuesta afirmativa le obsequiaban golosinas, que ella aceptaba gustosa.

Pero su día favorito era sin duda, el día de noche buena, porque desde buena mañana el dojo de su familia se convertía en un lugar lleno de movimiento, su mamá se despertaba muy temprano y dedicaba el día a preparar deliciosos platillos con ayuda de su hermana mayor, Kasumi, que a pesar de solo tener 12 años, tenía una gran habilidad para la cocina.

Su papá, que años antes la había nombrado como su pequeña ayudante, la llevaba con él para que escogiera el pino más grande y bonito, que más tarde entre todos llenarían de hermosos adornos y luces multicolores.

La única que siempre se mostraba apática en estas fechas, era su hermana Nabiki, que a sus diez años, nunca se interesaba en actividades que no significaran un beneficio monetario para ella, sin embargo, conforme pasaban las horas, siempre terminaba por contagiarse de la alegría familiar y al final del día se le podía ver cantando a coro las canciones navideñas que sonaban sin parar en la radio.

Akane estaba especialmente feliz ese día, porque le había pedido a Santa Claus poder ser Julieta en la obra de la escuela, las audiciones habían pasado, pero la maestra aún no había anunciado quiénes serían los papeles principales, ella tenía confianza en que él con su magia podría cumplir ese deseo.

"Mamá, ¿crees que Santa Claus cumpla lo que le pedí?" – preguntaba la inocente niña de cabellos azulados

Una carcajada sarcástica resonó en el dojo

"No seas niña Akane, estás muy grande para seguir creyendo en un viejo gordo que reparte regalos desinteresadamente" – se burlaba Nabiki

Akane no pudo evitar soltar un par de lágrimas, ella era la criatura más inocente y confiada del mundo y su fe en la magia de la navidad era muy grande, su madre le lanzó una mirada de reproche a su hija del medio y se acercó a la llorosa niña, le acarició amorosamente el rostro y le limpió las lágrimas que caían sin parar.

"¿Si sabes que Santa no existe verdad?" – insistía la chica

"¿No existe?" – la niña miró a su madre con sus enormes y humedecidos ojos chocolate

"Claro que si existe, mi amor" – la abrazaba cariñosamente la mujer, mientras miraba a su otra hija con el ceño fruncido

"Pero...Nabiki dice..." – hipaba la pequeña

"Santa solo aparece para los niños buenos, que no te extrañe que mañana solo tú y Kasumi tengan regalos" – sentenció la señora cuando vio que Nabiki estaba a punto de decir algo más, ésta al escucharla cerró la boca y se acercó a Kasumi, esperando que el aura de tranquilidad que siempre rodeaba a su hermana mayor, aplacara un poco el enojo de su mamá.

La señora Tendo tardó un buen rato en calmar a la pequeña Akane, las palabras de su hermana habían sembrado la duda en su corazón, a pesar de los esfuerzos de su mamá y más tarde de su papá y Kasumi, un sentimiento de angustia se había instalado en su pecho y no podía estar tranquila.

Después de adornar el árbol y terminar de preparar todo, Soun convenció a Akane de dejar el tradicional plato de galletas y el vaso de leche, que acostumbraban a dejar en una mesita a la par del árbol de navidad para Santa Claus, después de lo que le había dicho Nabiki, dudaba si era necesario dejarle nada y le tomó al buen señor mucho esfuerzo convencer a su deprimida niña.

Papá, vi a Santa besando a mamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora