9. Un giro inesperado

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—¿Recuerdas el juego que estoy desarrollando? —preguntó Elian

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—¿Recuerdas el juego que estoy desarrollando? —preguntó Elian.

Le di una mirada al pequeño azabache, tenía una Tablet que él le daba durante una hora al día. A pesar de que, Elian y yo decidimos no darle un teléfono por lo adicto o rebelde que podría volverse, en vez de eso, preferimos que estuviera en contacto con la naturaleza o actividades que pudieran serle de provecho. Nuestro objetivo siempre es que Einar disfrute su niñez sin teléfonos.

Pero, hay tablets especiales para niños, y Elian programó una. Tiene un juego creativo en dónde el pequeño aprende mucho.

—¿El juego de Einar?

—No, se trata de otro juego que estoy creando, éste será los jóvenes y adultos —explicó—. Matt me dijo que su hermano trabaja en una compañía de videojuegos y estuvo hablándole del mío, ahora quieren que vaya a la compañía.

—Y por eso tienes que ir a esa mencionada reunión —complete, él estaba a punto de salir.

—Sí, mi amor. Pero volveré pronto —aseguró, dándome un pequeño beso en los labios.

Asentí con la cabeza y no le quité los ojos de encima hasta que salió de la casa.

—¡Mami, mira! Subí de nivel —anunció Einar y luego se percató de que su padre no estaba—. ¿Y papá?

—Acaba de salir, pero estabas concentrado en el juego.

Me senté junto a él, en el sofá.

—El juego es divertido, me gusta mucho —comentó, dejando la Tablet a un lado.

—Que bueno que te guste, y ahora que terminaste de jugar ¿Por qué no vamos por unas galletas?  —propuse, sus ojos brillaron al instante mientras asentía con la cabeza.

Me levanté para ir la cocina mientras él me seguía. Abrí la despensa y saqué un paquete de galletas, eran las favoritas de Einar.

—¿Podemos comerlas en el cine? —preguntó. Busqué un pequeño bol para dejar unas cuantas galletas.

—Es una gran idea ¿Qué película quieres ver?

—¡Bolt! —respondió con entusiasmo.

Supongo que esta feliz porque hoy vamos a adoptar su perrito, y luego compraremos lo que necesita en la tienda de mascotas.

—De acuerdo, vamos a ver Bolt —afirmé, dándole el pequeño bol, guardé la bolsa de galletas y tomé dos jugos de la nevera.

Nos dirigimos al cuarto de cine, él extendió una galleta hacia mi boca, mientras yo colocaba la película.

Cuando empezó, Einar prestó mucha atención, me sumergí en la película infantil también, comiendo galletas junto a él. Así pasamos la siguiente hora, y al terminar, un animado niño me abrazó.

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