Capítulo IX: El valor de un ser totalmente desvalorado

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El Libro de la Tragicomedia presenta...

"El valor de un ser totalmente Desvalorado"

Bajo un techo de madera de cedro, madera hermosa y aromática, que genera cierta tranquilidad sobre las pequeñas mentes descabelladas de los habitantes que viven bajo un constante estrés. Sobre una cama de madera de pino finger, que proporciona mayor durabilidad y resistencia para aquellos que descansan sobre un colchón de algodón, donde se encuentra la suavidad, la comodidad y la frescura en su mayor perfección. Absorbiendo cada humedad del cuerpo, extrayendo el calor del cuerpo y relajando al cuerpo mientras se cubre con una sábana del mismo material, la cual se obtiene una mejor calidad y una mejor suavidad al tacto, un mejor relajo, tan refrescante en verano como cálida que se vuelve en el invierno. Jung Seojun, en su descanso, es atendido por las maldiciones que aún conservan su preocupación en él, ya que no logra comprender cómo ha terminado en ese estado tan intolerable. A pesar del cuerpo débil de Jung Seojun, aún escucha la voz de una femina, claramente reconocible por su forma tosca e indiferente de hablar. Se trata de una maldición, ya que su voz al escucharse suena tan estridente como candenciosa. Aquella maldición era la misma de hace rato, la que estaba presente en el bosque, la maldición Rose, ella se acerca sigilosamente a Jung Seojun y lo examina delicadamente. Su mirada marrón se posa sobre él mientras se acerca un poco más para preguntar por su bienestar. Sin embargo, no espera una respuesta debido al evidente cansancio del joven. Pero su sorpresa es grande al notar que este intenta despertar. Sus ojos cansados y opacos se empiezan a arrugar mientras frunce el ceño con una expresión facial. Jung Seojun se despertaba después de haber dormido alrededor de cinco horas.

Shinyuu, está despertando —dice Rose, mientras le coloca un pañuelo en la nariz de Jung Seojun, lo cual resulta bastante molesto. El hecho de que su sangrado nasal aún no se haya calmado es algo que preocupa a las maldiciones. No caía de manera exagerada, pero tampoco se detenía por ninguna razón.

¡JUNG SEOJUN! — Shinyuu se acerca a él a una velocidad similar a la de la luz, difícil de percibir, dejando claro cuánto le importa el hijo de su reina y cómo equilibraba el trabajo con lo personal, o por lo menos eso es lo que ven los ojos de la maldición Rose.

Por favor, Jung Seojun, no vuelvas a asustarme así... — El joven intentó incorporarse, pero la maldición se lo impidió, recordándole que necesitaba descansar más, ya que su cuerpo parecía exhausto. A pesar de la terquedad que caracterizaba al joven, esta vez Jung Seojun obedeció, dejando claro que lo único que deseaba era descansar. Sin embargo, en ese preciso momento, recordó a alguien sumamente importante, lo cual le impidió seguir echándose y se levantó bruscamente — ¡Maldita sea, Jung Seojun! — Exclamó, casi chillando la maldición. 

Lo primero que le dice no hacer, primera acción que hace. 

En sus pensamientos, solo una persona cobraba vida; alguien que le daba sentido a esa vida tan desequilibrada. Por algunos segundos fugaces, sus pensamientos, sus sueños, sus momentos menos deprimentes, proyectaban en su mente una imagen con una asombrosa nitidez. Las bellas y perfectas líneas de su rostro estaban grabadas en su memoria de manera muy profunda, imposible de olvidar, pero también imposible de recordar. Era como la presencia constante de una vida, o de una sombra que lo acompañaba a todas partes. La manera en como se aferraba a él de manera invisible, tejiendo hilos que lo envolvían con mucha compasión. Envolviendolo en una vida de un mundo paralelo, donde la oscuridad reinaba en cada rincón, dificultando su visión y donde ella, su ser tan luminoso, generando una luz, su único faro que ofrecía algo de iluminación mientras él se perdía en la maquiavélica oscuridad. Como todas las miserables mañanas, cuando despertaba y deseaba que algo cambiara, que algo fuera diferente, incluso si era algo pequeño, todas esas peticiones se acentuaron cuando ella llegó a su vida, haciendo que una existencia tan miserable fuera un poco menos miserable.

El Libro de la TragicomediaWhere stories live. Discover now