Capítulo 1

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¡Qué horror! Las redes sociales arden con indignación mientras las cámaras captan el bochornoso intento de la modelo Sindy Brown por irrumpir a la fuerza en un evento al que no fue invitada. En un abrir y cerrar de ojos, perdió toda la elegancia y distinción que alguna vez la caracterizó. Según nuestras fuentes más confiables, sus intentos desesperados por acceder a los lugares más exclusivos de la ciudad han sido infructuosos, ya que todos los accesos le han sido cerrados de manera tajante. Querido seguidor, te mantendremos informado sobre los detalles de este asombroso suceso que ha dejado a muchos con la boca abierta.

Sindy abrió los ojos con lentitud, como si cada parpadeo fuera una transición hacia la realidad. La habitación comenzó a tomar forma a su alrededor, y finalmente reconoció el entorno familiar de su propio dormitorio. Los últimos días habían sido una borrosa sucesión de lugares extraños y camas desconocidas. La vuelta a la normalidad de su vida, especialmente en lo que respectaba a su carrera profesional, resultaba ser una tarea más desafiante de lo que había imaginado.

El gran escándalo que rodeó el accidente de Dylan había sumido su carrera en una oscura penumbra. Aunque ya había tenido algunos tropiezos debido a su indiscreción con sustancias y un par de copas de más en el pasado, lo sucedido con su exnovio había sido un golpe devastador. No quería admitirlo, pero la verdad era que se encontraba al borde del abismo. Los tabloides, ávidos de carroña, se habían cebado con su historia tétrica, presentándola como una figura en decadencia, una víctima de su “estado depresivo”, como lo había declarado su despiadado agente. Habían encontrado en ella y en su desgraciada narrativa una fuente fácil de ganancias, sin importarles en lo más mínimo el daño que estaban infligiendo a su prometedora carrera en el implacable mundo de las pasarelas.

No podía comprender por qué la gente generaba tanto alboroto en torno a su desliz, cometido en un efímero arrebato bajo los efectos de la cocaína. Para ella, era una cuestión de desesperación. ¡Por el amor de Dios! Se preguntaba si alguien podría alguna vez ponerse en su piel, si alguien sería capaz de comprender la tormenta emocional que la había asolado. Su mejor amiga de toda la vida le había arrebatado a su novio prácticamente ante sus propios ojos. Y no se trataba de un novio cualquiera; era EL NOVIO, un modelo de una belleza espectacular y una riqueza impresionante. Ante semejante traición, cualquier persona habría perdido su compostura y cordura.

Lo peor de todo fue que Alana, su amiga traidora, recibió el respaldo de todos mientras que a ella la señalaban con el dedo acusador. A nadie pareció importarle que hubiera intentado suicidarse por tercera vez en su vida. Tampoco valoraron el esfuerzo que había hecho al ingresar a un centro de desintoxicación. Y a nadie le conmovió que, debido a la abstinencia de sexo, drogas y alcohol, ella hubiera tenido un episodio de sinceridad y le hubiera pedido perdón a su traicionera amiga. ¿Es que nadie había intentado ponerse en su lugar?

Nadie parecía comprender que Alana era la única persona en la que ella confiaba en este mundo. Porque desde que tenía uso de razón, solo había conocido la miseria humana. Fue junto a su ex amiga traicionera y su familia que Sindy experimentó lo que significaba el cariño y el afecto. A su lado se sentía segura, y tenía la plena confianza de que jamás la traicionaría, a diferencia de las personas que supuestamente debieron amarla desde el momento en que llegó a este mundo.

Por mucho que deseara borrar su espantoso pasado y sanar, no podía hacerlo. Todo lo que le estaba sucediendo solo servía para profundizar sus heridas. Era casi imposible para ella olvidar tanta suciedad y oscuridad. El rencor continuaba anidando en su corazón; esa piedra que latía en su pecho no olvidaba con tanta facilidad.

Y así, regresando a la voraz prensa que escarbaba en su vida como carroñeros hambrientos, ellos le reprochaban que se había divertido mucho en compañía de varios hombres, echándole en cara que no debía culpar a su ex amiga por su insatisfacción sexual. Pero en su mente, Dylan era su novio, y si tenía alguna insatisfacción, era responsabilidad suya, ya que la abandonó cuando su amiga traicionera se entrometió en su relación.

Ella creía que cualquiera en su situación habría actuado de la misma manera. Sin embargo, eso ya no importaba, pues con esos hombres al menos se había liberado. El escarnio habría sido aún más vergonzoso si hubiera permanecido fiel, mientras su novio infiel la adornaba con un par de cuernos. Esa situación habría resultado insostenible. Pero ahora, había decidido dar vuelta a la página de una vez por todas. No perdería más tiempo con ese par de inútiles. La vida se encargaría de hacerlos infelices como merecían. Era hora de avanzar y reencauzar su carrera, una tarea que, a los ojos de muchos, parecía titánica.

Aquellas que alguna vez fueron sus amigas ahora la miraban como a una completa desconocida. Los contratos que tenía con H&M y Vulgary se habían esfumado en el aire cuando se enteraron de su triste actuación con el imbécil de Bryan Duboin. Cada vez que intentaba asistir a una inauguración o un evento importante, aquellos que antes se esforzaban por tenerla en sus fiestas ahora la ignoraban y le negaban la entrada.

A pesar de que se acostaba con cualquiera que tuviera un mínimo de influencia, solo lograba llamar la atención de ellos hasta que se levantaban de la cama, sin ofrecerle ayuda para recuperar su antiguo estatus. Su situación era tan precaria que ni siquiera la industria del modelaje por catálogo la consideraba para sus nóminas. Además, sus cuentas bancarias estaban peligrosamente disminuidas, al borde de los números rojos. No quería ni pensar que su lujosa vida en Manhattan estaba llegando a su triste fin.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora