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Meto la mano izquierda en una de las rendijas del nudo del árbol en el que estoy subida, me aseguro de estar abrazando con fuerza el tronco con mis piernas y llevo la mano libre a mi espalda para poder coger el hacha que llevo sujeta a la parte trasera del cuerpo.

Sujeto el mango con destreza y doy un golpe seco en la base de la rama que tengo en frente, es algo ancha, así que necesita de otros dos hachazos antes de que consiga que caiga al suelo. Ya he limpiado las ramas inferiores, por lo que no hay nada que frene su caída. Espero pacientemente a escuchar el característico ruido de las ramas al caer a plomo contra las agujas de pino amontonadas en el suelo y reviso que no quedan más ramas por limpiar encima de mi cabeza. Parece limpio.

— ¡Descerebrado!

Mi grito es lo suficientemente alto como para que me escuchen varios leñadores, pero los bosques son grandes y estoy a una altura considerable como para ver que no hay agentes de la paz cerca como para escucharme.

Veo como uno de los leñadores gira la cabeza en mi dirección, creo que me está contestando, pero mi hermano se asegura de que sean solo sus compañeros de suelo los que escuchen su respuesta.

El chico deja el árbol que estaba talando a medias y se echa una carrera hacia la base del árbol en el que estoy subida, sé perfectamente lo que va a hacer, así que empiezo a bajar lo más rápido que puedo, deslizándome en el tramo final al saber que me voy a encontrar con un mullido aterrizaje.

Me río con autosuficiencia al ver como ya estoy en el suelo cuando mi hermano le da el primer hachazo al árbol.

— Muy lento. — Digo dándole un empujón.

— Algún día te talaré. — Contestó él en tono de advertencia, pero divertido. — Mamá me lo agradecerá, así volverás a pasar una semana en cama a sus cuidados y... Los de Lincon Fixer.

Lleno los mofletes de aire y me doblo sobre mí misma simulando una arcada, mi hermano Evan se ríe y me devuelve el empujón que le he dado antes.

— Anda límpiame ese árbol que a Ricky le ha dado miedo subir tan alto.

Evan me señala uno de los árboles cercanos a los que estaban talando, ciertamente es considerablemente más alto que el resto, pero no puedes ser un leñador de altura... si te dan miedo las alturas.

Pongo los ojos en blanco, pero me dirijo hacia el árbol que ha señalado. Ricky es un niño de doce años escuálido que a penas puede coger el hacha, obviamente no sirve para ser leñador de suelo, las hachas son mucho más pesadas que las que utilizamos nosotros y además hace falta mucha más fuerza.

El niño es espabilado, tengo que reconocerle eso, su madre murió en el parto de su hermana pequeña cuando él tenía seis años y tres años después, murió su padre. El hombre era un leñador de altura, amigo de nuestro padre. Uno de sus compañeros, en un árbol contiguo, dejó caer una rama mal posicionada y al caer le dio al padre de Ricky tirándolo contra el suelo. A esa altura, ni todas las agujas de pino del mundo podrían haberlo salvado.

Se habían llevado a los críos al orfanato del Distrito 7, pero Ricky, en cuanto cumplió los 12, la edad mínima para ir a los bosques, decidió ganarse su propio dinero y de esa forma, poder sacar a su hermana del orfanato lo antes posible.

Lo respeto, es un superviviente nato, sin embargo, el crío es incapaz de subir a los árboles altos. Un día tuvo un ataque de pánico en la copa de uno de los árboles, se aferró a él como si le fuera la vida en ello y mi padre me mandó a mí a rescatarlo.

Era evidente que mi padre se sentía culpable de la situación de los chicos, su padre era su compañero, eran grandes amigos y, sin embargo, cuando murió, no adoptó a sus hijos. No es que no quisiera, de hecho parecía muy convencido de traérselos a casa aquel mismo día, pero mi madre se negó. Eran niños demasiado pequeños y malnutridos y a nosotros ya nos escaseaba la comida. Mis padres habían contraído muchas deudas tiempo atrás, razón por la que Evan y yo empezamos a trabajar en los bosques en cuanto cumplimos la edad mínima. Estábamos empezando a recuperarnos y la llegada de aquellos niños no iba a hacer más que devolvernos al punto de inicio.

Los Juegos de Johanna - The 71stDonde viven las historias. Descúbrelo ahora