Comienzo Lovitics

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Esta historia nació como una especie de propio fanfic de What if. Es sabido por todas las lectoras el cariño que le tengo al personaje de Enrique Guzmán, y prueba de ello es todo lo que suelo escribir sobre él. Esta historia ya empezada y medio organizada es una de las que más ganas tengo de publicar. En realidad no tiene spoilers de What if, aunque hay detalles que, quien ha leído la historia, los comprenderá. He querido compartir este fragmento después de However y el relato de Another Chance para que se comprenda mejor todo, aunque he dejado flecos importantes sin explicar. Espero que un día, cuando publique esta historia con tanta carga política mezclada con un romance épico, os guste leerla tanto como a mí me está fascinando escribirla.

Todos los derechos reservados.


Enrique

Mis padres nunca han estado metidos en política. Ni siquiera se hablaba en casa de eso. Lo que sí que he visto desde que tengo memoria es cómo se mataban por trabajar, cómo había represiones y manifestaciones a mi alrededor en donde los cuerpos y fuerzas de seguridad te apaleaban como si fueras un salvaje, cuando en realidad sólo te estabas expresando pacíficamente. He visto demasiadas veces cómo los ricos son más ricos cada vez y cómo los pobres viven su vida sin ninguna esperanza. Las leyes están hechas por y para los de las élites, que utilizan al resto como sus propios juguetes. Es como si jugaran a ser dioses. A ellos les da igual mentirte y hacer que te maten. Ellos viven algo muy diferente a lo que es nuestro mundo. No vivimos en el mismo, por lo que no saben qué sucede con nosotros y, por ende, no deberían gobernarnos. Quien esté en el gobierno, debería ser alguien que sí que viva aquí, con nosotros; que sepa lo que necesitamos, lo que queremos, lo que hay que hacer.

No como la gente que actualmente nos gobierna.

"El régimen iraquí tiene armas de destrucción masiva. Puede estar usted seguro. Y pueden estar seguras todas las personas que nos ven, que les estoy diciendo la verdad".

Dos días después, esas palabras resuenan todavía en mi cabeza. ¿Cómo puede ser posible que nos crean tan estúpidos? Quieren llevarnos a una guerra por intereses económicos. ¿No se dan cuenta los que les apoyan?

Suena mi móvil. Es un mensaje de Andrés, un chico que he conocido a través del grupo de debate en donde hablamos de política. Es también de Salamanca y a veces nos reunimos para tratar temas de los que no hablo con la familia o el resto de amigos que he tenido hasta ahora.

"Baja, ya estoy aquí".

Hoy hay manifestación y hemos quedado un grupo de gente para ir juntos. Parece que Andrés ya ha pasado a buscarme así que cojo mis cosas y salgo de la habitación.

—¿Dónde vas a estas horas? —escucho a mi padre preguntar cuando estoy en el hall poniéndome la cazadora.

—Ay, deja al niño —le reprende mi madre con tono comprensivo—. Tiene que divertirse también un poco. Además, ya acabó los exámenes.

—Pero tiene todavía los de junio —protesta mi padre, sabiendo que ya ha perdido.

Mi madre le hace un gesto cariñoso en la mejilla y este se rinde definitivamente ante ella. Algún día me gustaría tener lo que ellos dos tienen. Faustino y Agustina, Tino y Tina, los inseparables. Desde que tengo memoria ha sido así y no creo que eso cambie jamás. Pero en la sociedad actual, ¿puede seguir existiendo algo semejante? Sí, me gustaría tener a alguien a mi lado con el que comparta esa complicidad, ese poder contar con la otra persona para lo que sea, alguien con quien compartir mis miedos, deseos e ideales.

Pero todo eso va a tener que esperar. Me he propuesto hacer demasiadas cosas y esa no es una de mis prioridades.

—Después de la manifestación me iré a tomar algo con los amigos —les anuncio abriendo la puerta.

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