Capítulo 3

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Enero 2017

Gulf se lamió la mostaza del lado de su dedo antes de dar otro mordisco a su sándwich de jamón y queso. Estaba sentado en la encimera de la cocina de Mew, con la sábana plana azul marino envuelta sin apretar como una toga, y sinceramente no podía pensar en un momento en el que hubiera sido más feliz. Mew se apoyó en la encimera frente a él, llevando sólo un par de calzoncillos negros, y su sándwich ya se había consumido a medias. Esto era sólo una parada para recargar antes de volver a la cama y a la diversión.

—Maldita sea, esto es bueno —dijo Mew alrededor de un bocado.

Gulf sonrió ante la sorpresa que llenaba sus palabras parcialmente amortiguadas.

—¿Por qué estás tan sorprendido? Soy bueno en algo más que en las mamadas.

—Eres increíble en las mamadas. —Mew se acercó y cogió su botella de agua. Dio un largo trago antes de meterse el resto de su sándwich en la boca.

—Puedo ser increíble en dos cosas. Con una risa, Mew sacudió la cabeza.

—Bien. Eres el rey de las mamadas y los sándwiches. Gulf hizo una regia inclinación de cabeza.

—Gracias.

—Supongo que los sándwiches eran simples y aburridos mientras yo crecía. —Mew volvió a coger su botella de agua, pero se limitó a darle la vuelta en sus manos como si necesitara algo para llenarlas—. Me harté de ellos durante años después de que mi madre llenara una nevera entera para nuestro viaje de verano por carretera al Gran Cañón.

Gulf dejó su sándwich en su regazo, olvidado mientras se envolvía en la historia de Mew. No hablaban mucho de sus pasados, pero no podía evitar perderse en el sonido de la voz profunda y retumbante de Mew cuando hablaba.

—¿Condujiste todo el camino?

—Dos semanas en el coche. Sólo mi madre y yo. Ella quería ver el Oeste, pero necesitaba ahorrar dinero para la gasolina y los moteles, así que empacó una gran nevera con sándwiches de carne para el almuerzo. Comimos esos para la mayoría de nuestras comidas. Cuando llegamos al Gran Cañón, estaba harto del jamón y la mortadela. No lo toqué durante años después, cuando me mudé por mi cuenta.

—Vaya... no puedo imaginarme estar en un coche tanto tiempo. Mew ladeó un poco la cabeza.

—¿Ningún viaje por carretera mientras crecías?

—No. No hacíamos muchas vacaciones en familia. La mayoría de las veces sólo en Navidad en Colorado, y volábamos hasta allí. —Gulf resopló al tratar de imaginar a sus padres encerrados en un coche juntos durante más de una hora—. Mis padres se habrían matado antes de recorrer más de cien kilómetros. —Gulf se tensó al darse cuenta de lo que había dicho, esperando las inevitables burlas que siempre le hacían los demás cuando se le escapaba que había crecido con dinero.

Apartándose del mostrador, Mew se acercó a Gulf y separó las rodillas hasta poder situarse entre las piernas de éste. Se inclinó hacia adelante y presionó un beso en el pectoral desnudo de Gulf, dejando que sus dientes rozaran ligeramente su piel. A Gulf se le puso la piel de gallina en los brazos y fijó los tobillos en el culo de Mew. Con su mano derecha, Mew bajó la sábana de donde había sido arrojada sobre su hombro izquierdo, revelando el resto de su pecho. Mew besó y mordisqueó su camino a través de la extensión de piel desnuda, haciendo una pausa para hacer girar su lengua a lo largo del pezón.

La sangre acudió a la ingle de Gulf y se movió en el borde del mostrador, tratando de acercarse un poco más a Mew. Le encantaba esto, joder. Cada vez que lo tocaba era como un relámpago que recorría su torrente sanguíneo. Todo su cuerpo cobraba vida. Ni siquiera tenía que ser sexual, aunque eso era absolutamente fabuloso. Mew podía tocarle el brazo y las terminaciones nerviosas se estremecían al instante, cobrando vida después de años de estar latente, esperando a este hombre.

—Un viaje por carretera podría ser divertido —murmuró Mew, con sus dientes rozando el pecho de Gulf.

—Tú y yo en un coche juntos durante horas —dijo Gulf terminando en un siseo cuando Mew mordió ligeramente su pezón opuesto—. Muchas mamadas de carretera.

Mew soltó una suave carcajada.

—Follando en los cincuenta estados.

Gulf dejó caer su sándwich sobre el mostrador y enhebró sus dedos en el grueso cabello de Mew, manteniendo su cabeza cautiva contra su pecho. Desplazó sus caderas hacia delante, frotando su dura polla contra sus abdominales.

—Entonces pondré tu culo en un avión y follaremos a través de los territorios... Guam, Islas Vírgenes...

Un fuerte gemido salió de los labios separados de Gulf cuando Mew mordió con fuerza su músculo pectoral.

—¿Has terminado de comer? —dijo Mew casi con un gruñido. Gulf miró su cara levantada, sus ojos oscuros de hambre. Consiguió asentir, perdido en todo ese calor—. Bien. —Las manos de Mew apretaron el culo de Gulf, deslizándolo fuera del mostrador—. Te necesito....

Navidades de Nieve y Hielo II- Hielo, Nieve y Muérdago (MewGulf Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora