Capítulo N° 49

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Stefano se encontraba en una reunión de negocios de la empresa. Estaba sentado a la cabecera de la mesa, por ser el presidente ejecutivo, y prestaba suma atención a lo que decían sus socios. La puerta se abrió y el sonido de los tacones de Nora resonó allí. Stefano sonrió al ver las miradas de los hombres, siempre intentaban ser disimulados, y siempre quedaban embelesados con ella.

—Tiene visitas, es importante —le susurró ella al oído.

—Estoy ocupado.

—Es su tío.

Stefano alzó la mirada hacia ella con sorpresa y le indicó que lo hiciera pasar, de todas formas la empresa también era de él. Luego le costó concentrarse en la conversación, sus manos habían comenzado a sudar de más, porque no era usual que su tío viajara a Argentina a mitad de año.

La elegante e imponente figura de Giovanni cruzó la puerta, sus zapatos bien lustrados resonaron en el suelo, y con su rostro serio se ubicó justo detrás de Stefano, con una mano posada sobre la tupida silla.

—Sigan, no paren por mí —dijo con una sonrisa soberbia.

Stefano lo miró de reojo, especialmente a su mano posada ahí en la silla, luego dejó ir un suspiro y se concentró en la reunión. A veces Giovanni hacía algún sonido de aprobación, y a veces chasqueaba la lengua como si todo le pareciera una estupidez.

Mientras unos hombres debatían entre sí, Stefano alzó la mirada hacia su tío.

—¿Le pasó algo a mi tía? —preguntó en un susurro—. No es usual que vengas en invierno.

—Tu tía está bien, no me la mates antes de tiempo que estoy dispuesto a soportarla toda la vida —dijo con el rostro serio y se agachó un poco para susurrarle al oído—. Tenemos que hablar.

Concentrarse en esa reunión fue incluso más difícil, por eso no bien finalizó y Stefano saludó con un fuerte apretón de manos a los demás, giró instantáneamente hacia su tío.

—¿Es para un café o para un whisky?

—¿Qué tal un champagne? —sonrió Giovanni.

Salieron de la sala de reuniones pero, cuando pasaron junto a la oficina de Stefano, Giovanni se apoyó en el escritorio de Nora con una sonrisa de galán. La escrutó entera con esa sonrisa y alzó las cejas.

—¿Por qué no bebes una copa de champagne conmigo, querida? —dijo y agregó en italiano—: Me metería en medio de esas tetas toda la noche.

Solo si desea recibir una paliza —respondió Nora también en italiano.

Giovanni alzó las cejas con sorpresa por su buen italiano, y entonces sonrió aún más.

—Tío, después te quejás si mi tía hace lo mismo —se rió Stefano.

—Solo me quejo si no me invita —dijo Giovanni y sacó su mano del escritorio, sin dejar de mirar fijo a Nora—. ¿Es su esposo quien me daría una paliza? No le temo a un hombre.

—No, sería yo. ¿Puedo hacerlo, Stefano? —le sonrió ella a su jefe.

—Pase libre —se rió él y apoyó su mano en el hombro de su tío—. Es mi suegra, tío, ella no.

—Una pena, querida, podrías pasarla bien.

—En sus sueños tal vez.

—Te espero en mis sueños —le guiñó un ojo y luego siguió a Stefano hacia la oficina.

Stefano pensó que tal vez se guardaría ese coqueteo de su tío hacia Nora, porque sabía que Guille a veces era inseguro y celoso, aunque no de una forma tóxica porque jamás le reclamaba nada a ella. Él lo sabía por boca de Bianca, que a veces le contaba cómo su padre caminaba de un lado a otro, muy nervioso, cuando tenían eventos nocturnos.

Muñequita [ #1 COMPLETA ]Where stories live. Discover now