uno

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❝ la primera vez❞




Abrió la puerta de su departamento con dificultad aun sosteniendo a la castaña entre sus brazos.

Una vez dentro, sus labios volvieron a posicionarse sobre los de ella mientras la guiaba a la habitación principal, Anna comenzó a tocar su abdomen por debajo de la camisa, sabiendo que ya no tenía que preocuparse por los ojos fisgones que habían presenciado su sesión de besos en el bar minutos antes.

Charles sintió la frialdad de los dedos de la menor jugando con el cinturón que usaba. Usualmente dejaba que lo desvistieran, -a diferencia de muchos hombres que se sentían con menos poder si no llevaban todo el control- él no veía problema en que la otra persona se divirtiera quitando sus prendas, pero justo en ese momento, no se sentía con la paciencia suficiente como para dejar que Anna se dedicara a aquella tarea.

Con un poco de brusquedad, retiro las manos de la chica, compensándole al dejar un beso en sus nudillos.

Las ansias por volver a besarla se mostraron en sus apresurados movimientos cuando casi rasgo la camisa negra que llevaba puesta, para seguir bajando y encontrar el cinturón aun abrochado.

Inevitablemente, un pensamiento cruzo por su cabeza.

Cualquier otra mujer habría quitado el accesorio rápidamente, y se preguntó, si ella no lo había logrado debido a su inexperiencia, o sus nervios. O ambos.

Él sabía que esta no era su primera vez, pero no significaba que fuera alguien con mucho conocimiento al respecto. Al final de cuentas, ella a penas tenía veinte años.

Y el tenia veintiséis.

―Creo que debemos par...―cualquier palabra de arrepentimiento se esfumo en cuanto la vio acostándose en su cama, usando solo un conjunto de lencería blanco. El vestido del mismo color ya se encontraba en el suelo.

Oh dios. Le fue imposible no cerrar sus ojos al sentir aquel familiar dolor en su miembro.

Con una sonrisa, volvió a poner toda su atención en lo que hacían antes, subiendo a la cama y posicionándose sobre ella, dejándolo sentir el calor que emanaba la menor. Pronto, sus labios estuvieron unidos de nuevo, transformando el lugar en un contenedor de sonidos que reflejaban solo placer.

―Charles. ―suspiro al verlo bajar sus besos más allá de sus pechos, siguiendo hasta llegar a besarla por sobre sus bragas. ―Charles, por favor. ―soltó sin saber que suplicaba.

El monegasco levanto su mirada disfrutando la vista.

―Vamos a arrepentirnos. ―le dijo tirando de la prenda hacia abajo.

―Sí. ―respondió coincidiendo con su declaración.

―Vamos a joderlo todo. ―dijo de nuevo. ―Vamos a joderlo todo porque no podré volver a mirarte sin pensar en cómo te ves gimiendo mi nombre.

Pero Anna no le contesto, en su lugar, una de sus manos se enredó en el cabello de Charles, impulsándolo a iniciar con lo que tenía planeado.

Él no tuvo que meditarlo, ya mañana tendría tiempo para afrontar las consecuencias, por ahora, se concentraría en hacer de esa noche -jurándose a sí mismo que sería la única noche- una ocasión inolvidable.

―Mierda. ―gimió la chica al sentir un dedo acariciarla.

Y vaya que fue una buena noche.

(...)

domingo, veintinueve de octubre, 2010

―Cualquier cosa que necesites, no dudes en pedirla Charles. ―le dijo la señora Trouche dejando a los dos niños en la sala de estar.

𝙂𝙤𝙤𝙙 ▰ 𝘾𝙝𝙖𝙧𝙡𝙚𝙨 𝙇𝙚𝙘𝙡𝙚𝙧𝙘Where stories live. Discover now