VII

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Justo como Nobara lo había mencionado, la escuela era un total caos, alumnos corrían de un lado a otro. Alguno salían corriendo de sus habitaciones hasta la puerta principal del edificio, en donde, guardias custodiaban la puerta, no dejando salir a nadie.

Yuuji, junto a Megumi y Nobara, estaban de pie en medio del pasillo de la planta baja, solamente observando al montón de alumnos que se paseaban de un lado a otro, bastante ansiosos, algunos otros haciendo llamadas a sus padres, mientras que ellos tres solamente permanecían ahí, en silencio.

Solo quedaba ver lo que las autoridades y el personal del colegio harían, como llevarían el manejo de aquella grave situación. No era algo que se pudiese esconder debajo de la alfombra solamente para no manchar el nombre y reputación de la prestigiada escuela. No era así de sencillo. Según los rumores, que ya habían corrido rápidamente entre los alumnos, habían encontrado un total de quince cuerpos en el salón de literatura, catorce siendo alumnos de la misma escuela, mientras que el otro cuerpo pertenecía al guardia de seguridad del edificio.

Yuuji mordía su labio inferior con nerviosismo, mirando al piso fijamente, mientras que con sus manos apretaba fuertemente los cordones de su sudadera.

— ¿Quién habrá sido capaz de todo eso? —. Megumi habló seriamente, su mirada azul fija en la puerta del edificio. — ¿Creen qué sea un asesino en serie?

Yuuji se encogió en su lugar, abrumado por los recuerdos de la noche anterior. El sabía perfectamente quien era el culpable. No. Quienes habían sido los culpables. Aún recordaba perfectamente la mirada siniestra en el rostro de Satoru. La sonrisa burlona que Suguru le dió cuando ilusamente le pidió ayuda. Aún podía sentir el olor nauseabundo de la sangre picando en su nariz.

Yuuji se sujetó fuertemente del brazo de Megumi, temblando, abrumado por todos los recuerdos de esa noche.

— Hey... Está bien, sé que da miedo, pero todo está bien. —. Yuuji sintió los reconfortantes brazos de su mejor amigo rodeándolo. — Nada malo nos pasará, Itadori.

El pelirosado también pudo sentir los ligeros golpecitos que Nobara dió en su espalda, en un intento de también hacerlo sentir bien y consolarle. Yuuji, que en ese momento, y sin poder evitarlo más, ya se encontraba llorando, escondió su rostro lloroso contra el pecho de Fushiguro, soltando pequeños hipidos.

Fue en el momento en que Itadori se despegó un poco del cuerpo de Fushiguro, para poder limpiar sus lágrimas, que sus ojos de color canela se encontraron con la oscura mirada de Suguru Geto. A su costado, Satoru  Gojo permanecía, también, con la mirada fija en él. Su mandíbula tensada, sus manos en puños. No lucía para nada feliz. Ninguno de los dos lo hacía.



𝑂𝑠𝑐𝑢𝑟𝑜 𝑅𝑜𝑚𝑎𝑛𝑐𝑒  | GoYuu, GeIta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora