Troubled maid (Taekook) - OS

Única parte

La vida no es color de rosa, eso lo sabe muy bien. Sin embargo, sostiene la teoría de que el mundo no sería tan horripilante si cierto tipo de personas no existieran.

En su mente está el vivido recuerdo de una de sus clases de filosofía de último año en la secundaria. Con pocas ganas de vivir, muerto del sueño y sin ánimos de responder las preguntas de su profesor, rememora una de sus clases en la cual habla de un filósofo -cuyo nombre no recuerda- y que sostenía que el hombre es corrompido por la sociedad. Vaya que es cierto.

¿Está siendo exagerado? Si lo piensa con cabeza fría en un futuro, quizá sí. Pero en el momento, su sufrimiento es tan palpable que la cabeza le daba vueltas, su visión es borrosa y su mente va a mil tratando de inventarse alguna excusa creíble para no ir al trabajo.

Él nunca fue alguien que amara el estudio, así que se dedicó a trabajar diligentemente, ayudando con los gastos del hogar a sus padres. Poco a poco su disciplina lo llevó a poder alquilar un departamento decente, sobreviviendo independiente a los veinticuatro. Todo gracias a su responsabilidad, a los turnos extras que hacía cuando nadie más quería, a las largas horas de vigilia por estar al pendiente de los huéspedes del hotel.

Ama su trabajo. Le cogió cariño con el tiempo y ahora no se imagina haciendo otra cosa. Hasta que apareció el diablo en persona una noche de mayo. El viento se sentía caliente, casi como si fuera el infierno, y Jungkook es fiel creyente de que se debía a la aparición de Kim Taehyung, la persona más desagradable que ha tenido el horror de conocer.

Jungkook no es alguien juzgador, le gusta creer que las personas cambian, que todo depende del estado de ánimo y el ambiente en el que estén. Vaya que intentó excusar miles de veces a Taehyung, pero con su corta estadía de ya cinco días, quiere renunciar con tal de no estar cara a cara con ese hombre.

Egocentrico, altivo, el estereotipo perfecto de millonario que adora humillar a los que considera que están por debajo de él.

Le advirtieron de antemano que Kim Taehyung era difícil de tratar, sin embargo, al hotel le convenía lamerle los zapatos, no solo por el dinero que poseía, sino porque cada vez que el hombre se encontraba en un viaje de negocios en Busan, se hospedaba en ese hotel, generando, consecutivamente, una cercanía con el CEO del lugar.

Desde la llegada de Taehyung, Jungkook quiso huir. El hombre no miraba a nadie que no fueran sus guardaespaldas, solía llevar gafas oscuras la mayor parte del tiempo e incluso fumaba en áreas donde se supone no podía hacer eso, pero de nuevo, no les convenía irritarlo. Se podría decir que era intocable.

Para su desgracia, Jungkook, junto a otros tres compañeros, fueron el personal asignado para atender a Taehyung. Mientras que sus compañeros se encargaban de ordenar la habitación cada vez que él no se encontraba, a Jungkook le tocó la peor parte; llevarle lo que necesitara. Esto incluye comidas y caprichos tan estúpidos que a veces quería ahorcarlo. Es como si fuera su sirviente personal.

En los cinco días que han pasado, se memorizó la rutina sagrada de Taehyung. El día empezaba con él calentando la tina del hombre, porque el muy desgraciado parecía incapaz de mover un dedo más que para mandar. Luego, a cambio de propina, debía planchar el traje del día, dejándolo pulcramente puesto sobre la cama. Cuando estaba vestido y arreglado, le llevaba el desayuno a las seis en punto de la mañana junto con el períodico del día. Generalmente ahí se supone que terminaban sus tareas, pero Taehyung era tan insoportable que le reclamaba por el mínimo error, aunque a ojos de Jungkook no fuera algo malo.

Criticaba el aroma que le puso al purificador, que la tina estaba o muy caliente o muy fría, que olvidó embolar sus zapatos, que planchó el traje equivocado, que el café está muy amargo, los huevos no están preparados de la forma que a él le gusta, la editorial del períodico que trajo es amarillista y prefiere noticias reales, y demás cosas que Jungkook no puede recordar porque se siente humillado de solo pensar en ello.