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Chapter Five. Guilty, Guilty
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—PIENSA EL LADO POSITIVO: tienes sitio para ti solo —dice Chee mientras se sienta en el rellano que conduce a la puerta de la cabaña tres, la de Poseidón, el nuevo hogar de Percy durante su estancia en el campamento.
Él hace una especie de puchero, dejando salir su labio solo un poco. Está al lado de la cama, decidiendo dónde poner el cuerno del Minotauro que lleva días guardando en la mochila, con la única compañía de la chica en la puerta de su nuevo hogar.
—Ya...
—¿Pero? —inquiere la morena.
—... Pero me deprime. Justo cuando empiezo a sentirme aceptado, van y me separan como si tuviera una enfermedad rara.
—¡Oh, no, Perce! —ella gira su cadera para enfrentarlo, apoyando la mano en el suelo de la cabaña. Percy ladea ligeramente la cabeza ante el apodo, casi sorprendido por ello—. Es normal que te sientas así. Yo no tengo experiencia propia, pero imagino que todos los que han pasado por mi cabaña y han terminado en otra han llegado a sentirse tristes los primeros días. ¡Todo mejorará, ya verás!
—Eso espero —baja la mirada, colocando algunas cosas sobre su cama.
—Eh, ¿habéis visto esto? —Yong-hwa aparece súbitamente tan cerca de su hermana, haciendo que ésta abra mucho los ojos y casi se caiga al suelo al instante que su mano tiembla un poco del pequeño susto.
La morena rebufa, sentándose recta de nuevo.
—¡¿Por qué haces eso siempre?!
Pone una sonrisa gallarda.
—Es divertido verte dar brincos del susto.
Chee pronuncia algo en coreano y Yong-hwa la mira directamente, ligeramente sorprendido por su elección de palabras. A continuación, echa un vistazo al papel que sostiene su hermano.
—A lo que he venido —mueve el papel, un periódico, y lo hace sonar mientras abre una página en concreto. Es un ejemplar del New York Daily News muy reciente, recién salido esta misma mañana—. Hay un artículo que habla de ti, sirenito baboso.
—Percy —aclara el hijo de Poseidón, cualquier día habría rodado los ojos, pero el cambio de cabaña lo parece haber desanimado—. Mi nombre es Percy Jackson.
Yong-hwa bufa de acuerdo a las palabras al cabo que rueda los ojos sin perder el ritmo, extiende el periódico insistentemente hacia las manos de Percy.
—Lo que sea, Ariel. Pensé que querrías leer esto, suena jugoso.
Intrigado, Percy coge el periódico, su ceño pre-adolescente arrugado mientras extiende el rugoso papel que el semidiós coreano le entrega. Ahí, en letras negritas y casi gigantes, la noticia toma lugar en primera plana, dramáticamente narrada y con fotografías absolutamente manipuladas aparecían dos fotografías: la de su madre, Sally Jackson, y una sobre él con sus edades.
