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Habíamos cambiado de rumbo y llegado a la playa. Era la primera vez que estaba aquí, y eso que llevaba ya unos meses en Barcelona.

El viaje fue silencioso. Fermín conducía mientras yo iba de copiloto y Gavi detrás. Nadie dijo nada, dejamos que la música que sonaba en la radio nos invadiera.

Optamos por dar un paseo por la orilla bajo las estrellas, estaba realmente alucinada. La playa y el mar siempre me habían transmitido mucha paz, lo que hacía que siempre quisiera estar cerca.

Saber que mi casa en Barcelona tenía la playa a tan poca distancia fue un punto de inflexión en mi visión sobre mudarnos, aunque no me había atrevido a pisarla hasta ahora.

Al poco tiempo nos sentamos en la arena escuchando las olas rompiendo a unos pocos metros de nosotros, aún en silencio. Los recuerdos no se detenían en mi cabeza y estaba empezando a agobiarme.

Tan solo sí...

No sabías lo que iba a pasar, no lo pienses más.

- No quiero volver a casa - dije apoyando mi cabeza en el hombro de Gavi.

Los dos chicos a mi lado se quedaron en silencio, sin saber qué contestar.

- ¿Quieres que llame a Sira? - preguntó finalmente Fermín - A lo mejor te puedes quedar con ella.

- No te preocupes, estaba bromeando.

- Puedes quedarte en mi casa si quieres - dijo ahora Gavi. Levanté la cabeza de su hombro casi al momento para mirarlo incrédulamente - Mis padres y mi hermana están en Sevilla y no van a venir en un tiempo, así que no hay nadie en mi casa salvo yo.

Unió sus ojos con los míos y ambos callamos por unos minutos. No me cabía duda que podía escuchar desde donde estaba sentado los engranajes de mi cabeza moverse a toda velocidad buscando una respuesta.

- No sé que decirte Gavi - él simplemente se encogió de hombros aún mirándome. Estaba muy seguro de lo que decía - No hablaba enserio.

- Igualmente puedes quedarte si quieres. Hoy y cuando quieras.

Llegados a tal punto ambos estábamos dentro de una burbuja de dónde nada ni nadie nos podría sacar. Él, seguro de lo que decía, y yo, intentando dar con una respuesta coherente.

El tiempo pasaba y nadie hablaba, hasta que decidí hacerlo.

- Si no molesto, no veo por qué no - dije casi en un susurro sintiendo mi cara ponerse más roja de lo que juraba que ya estaba. La verdad era que no quería ir a casa, no por nada, si no porque no quería sentirme sola durante la noche, ya que sabía que pasaría la mayor parte de esta despierta, y no entraba en mis planes contarle lo sucedido a mi familia.

- Claro que no. No lo hubiera dicho si pensara lo contrario - contestó el sevillano con una sonrisa sincera.

Le correspondí la sonrisa para después apoyarme de nuevo en su hombro y avisar a mis padres. Crucé los dedos en mi mente para que me dejaran quedarme en casa de "Sira". No me agradaba la idea de mentirles, pero de lo contrario ni en otra vida podría irme con Gavi.

Pronto nos cansamos y, ya con la aprobación de mis padres, decidimos que era hora de irnos.

Afortunadamente nadie reconoció a los chicos que me acompañaban y pudimos estar tranquilos. Volvimos al coche de Fermín en silencio y este nos llevo a la casa del castaño.

Una vez llegamos y nos despedimos del onubense, entramos en la gran y blanca casa que tenía frente a mi. Tenía un patio delantero con césped y alguna flor que le daba un estilo bastante hogareño a la estructura clara y moderna.

Mystery of love | Pablo GaviWhere stories live. Discover now