Epílogo.

21 4 0
                                    

Me miraste esa vez, tus ojos llorosos me dijeron "Bienvenido de vuelta" y un abrazo tuyo reforzó tu cálida bienvenida.

Tocaste mi rostro y examinaste que estuviera ileso, cuando comprobaste que lo estaba te quedaste en blanco unos momentos, como dándote cuenta de que yo no era una ilusión para después comenzar a pellizcarte y quedarte helado.
No estabas soñando y ya no sentías dolor.

Esa fue la última vez que te ví llorar.

Tus brazos me levantaron como si levantaran a un bebé, con tu sonrisa no dejabas de platicar.
Yo tenía tu saco puesto encima por el frío que hacía, el calor de tu cuerpo pegado al mío combinado con tus palabras lo hacían más llevadero.

Me dijiste que luego del funeral Lizzy, mi prima, no dejó de visitar mi tumba un sólo día, además de que sus vestidos cambiaron sus tonos rosas y pasteles a colores azules y opacos.

Ahora que lo pienso, mi vida tenía...
Tiene, colores muy tristes.

Apenas entrar a la mansión, pasos apresurados yendo hacia nosotros se hicieron escuchar.
Las caras de los sirvientes se iluminaron por completo al mismo tiempo que sus ojos se cristalizaban.

Tanaka pidió sostenerme, un pequeño déjà vu de mi infancia llegó a mi abruptamente.

Ninguno sabía qué decir, solo preguntar cómo pasó todo, a lo que les respondías que había cosas que no necesitaban una respuesta.

Tú y Tanaka me subieron a mi habitación, él te ayudó a retirar las telas blancas que cubrían a los muebles y soltaste una pequeña risa prometiendo que mañana lavarías las sábanas y mi cuarto en general, y que sentías no poder hacerlo ahora.

El hombre mayor se retiró, no sin antes desearme buenas noches y decir lo alegre que estaba de que yo haya vuelto.

Me diste un baño rápido, la sensación del agua caliente abrazando mi piel fue relajante.
Volviste a vestirme y cepillar mis sientes y cabello.
Sólo por esta vez —como dijiste—, me diste leche caliente con miel para asegurarte de que pudiera tener mi sueño sin interrupciones.

"Quédate aquí hasta que me duerma" Ordené, hiciste caso como siempre y caí dormido.

Lo admito, escuché cuando dijiste: "Buenas noches, joven amo. Bienvenido de vuelta."

Y resultó que al día siguiente las cosas eran completamente diferentes a como las había dejado, comenzando principalmente por tu extraña buena relación con los sirvientes, verla en carne y hueso era algo digno de una fotografía.

Lizzy, como lo llevaba haciendo desde el funeral vino de visita, creyó que estaba viendo una ilusión cuando sólo era yo parado a un lado de la insípida lápida.

Siguiendo con su creencia me observó mientras lloraba y luego de unos segundos finalmente se dignó a acercarse y abrazarme, gesto que sólo por esta ocasión devolví.
"Ciel, volviste" parecía que no quería soltarme nunca más. "Sí Lizzy, volví." Fue mi respuesta y una enorme sonrisa apareció en su rostro.

Admito que, al volver y ver que estabas charlando con una peliroja en la cocina, me sorprendí y te burlaste de mi supuesto sonrojo.

Fue raro, Grell Sutcliff se presentó como tu amante.

Te ordené hacer un picnic antes de que el cielo se oscureciera por completo, quería hablar contigo y hacerlo en presencia del nostálgico atardecer que extrañaba ver simplemente lo volvía perfecto.

Ambos teníamos una rebanada de pastel de chocolate —mi favorito— té —mi favorito—.

Creo que en realidad nunca me quedó claro cómo encontraron mi alma, pues a pesar de que intentaste explicarme algo parecido a que Undertaker lo sabía y Grell te ayudó y eso, yo quería realmente contarte cómo lo ví todo, como sentí todo.

Ya que, me costó mucho darme cuenta de que estaba muerto.
No soy ciego, claramente ví que no alcanzaste a tomar mi mano, pero mi alma no estaba lista para existir sin vivir.

Es normal que pensaras que ya no existía, mi alma en realidad estaba perdida y sólo por eso era que yo podía verte, verlo todo, porque no tenía un lugar a donde ir.

No te culpes más, no cargues con ese peso más.
Aún si ya no eres capaz de sentir peso, sé que tú naturaleza demoníaca ha vuelto, pero sé que aún así conservaste algunas cosas, como el amor que tienes por la Shinigami pervertida, como el cariño que me tienes, como el sentimiento de familia con los sirvientes.

Tu duelo acabó y sólo vuelves a existir.
Pero existes con el mayor aprendizaje de tu demoníaca existencia.

Ciel Phantomhive.

Observo la carta en mi mano y comienzo a doblarla con precisión para después depositarla en su respectivo sobre que tiene mi nombre escrito.

Coloco el papel sobre la pila de las cartas anteriores que dicen tu nombre, siendo esta la primera que tiene el mío.
Amarro la pila con la cuerdita que tenía antes y me aseguro de que esté bien amarrada.

Escucho golpes a la puerta e inmediatamente sé que eres tú, te permito pasar y me dices que es momento de bajar.

Cuando te das cuenta de lo que hay en la mesa ruedas los ojos y sonríes, no te gusta que relea tu experiencia.

Acomodas mi cabello despeinado debido al tiempo que estuve sentado sin cuidado.

Salgo de la oficina y alcanzo a ver que guardas las cartas en el lugar secreto y vienes detrás de mí.

No puedo evitar sonreír cuando al bajar, el gran salón está decorado con muchísimos tonos de azúl y un pastel de chocolate bonito en decoración protagoniza la gran mesa.

"¡Felíz cumpleaños, joven amo!"
Gritan todos al unisono, pido un deseo
—que fue ser feliz— y Sebastián comienza a cortar y repartir el endemoniadamente delicioso pastel.

De repente, estoy sentado en el centro con el pastel en frente, Elizabeth a mi lado y Soma del otro, los sirvientes juntos en una esquina y, finalmente, tú en la otra esquina mientras sostienes a Grell de la cintura.

Y sólo por hoy, me alegra haber vuelto a la vida.

Tu duelo terminó
Y el mío no volvió.

-KATVANNYE.

Suffering Soul | Sebastian MichaelisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora