41 { La diferencia } ♡

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Izan Harrison.

Había perdido a Dalia de mi vista, hace rato no sabia donde estaba metida. Nuestra charla entre Demean había terminado hace rato, en el momento que Ivonne lo sacó a bailar.

—Voy por agua ¿Qué quieres beber?— le pregunté a Olaya, quién ya se estaba enrollando con alguien desconocido para mí.

—¡Agua, también!— habló, despegándose un poco del tipo.

Vi mi reloj y todavía faltaba para que el de música se fuera, y yo ya no tenía ganas de seguir aquí.

Emprendí mi camino hacía la cocina.

—Hola guapo— una pelirroja estaba impidiendo mi camino, mientras enrollaba su cabello en su dedo.

—Hola— la rodee para seguir mi camino.

Creí haberme librado pero sentí un agarre en mi mano.

—¿Por qué tan rápido?— se acercó más de lo normal.

Di un paso hacia atrás, puso una mano en mi pecho y la otra intentó colarla en mi cuello.

—Cuando alguien te esquiva es porque no le interesas— tomé sus manos y la separé.

—Pero… ¿Para qué rendirte si puedes lograr tu objetivo?— su voz intentaba seducirme.

—Eso es lo mismo que digo yo— sonreí, para luego tocar la punta de su nariz con mi dedo y darle la espalda— Porque logro mis objetivos… ¿Pero tú? No vas a lograr robar mi atención, por muchas veces que lo intentes.

Era la misma chica que estaba detrás de algún futbolista, era precaución en el vestidor del Gonzma.

Bajó su mirada y se quedó ahí.

Alce y bajé mis cejas con ironía y seguí con mi camino.

Al llegar a la cocina vi a una pareja apunto de tener sexo en la esquina de MI cocina. Por la poca iluminación no podía deducir quiénes eran, pero tampoco era como si me importara. La manera en la que se besaban era como si se necesitaran el uno al otro, eran salvajes, ya ni podían respirar pero ahí seguían.

Me fui directo a la jarra de agua que tenía solo para mi, tomé dos vasos y comencé a servirlos.

Escuché el gemido de una chica.

¿En serio no se han dado cuenta que estoy aquí? ¿Qué alguien más está en la cocina?

Volteé a mirarlos con el propósito de calmar lo necesitados que estaban pero solo obtuve por mirar, como la mano del chico se metió debajo del vestido de la chica…

Ese vestido lo conocía.

Claro que no conocía.

Llevaba toda la maldita noche observando como se le moldeaba al cuerpo de la chica a quién le pertenecía.

Lambi mis labios para luego morderlos y contener un poco los celos que se estaban aproximándose. Apreté mis manos para luego juntarlos, provocando que los vasos se rompieran  y los pocos cristales cayeran por mis pies.

La pareja saltó por el susto y alguien prendió la luz de la cocina. 

El rostro de Dalia palideció, era como si hubiera visto un muerto… el chico ni sabía quién era pero ahora mismo tenía ganas de aventarme a él, y debería de agradecerle que la chica que prendió la luz llegó hasta mí.

—¡Ay Izan!— era la voz de Olaya, solo que mi vista no se despegaba de Dalia.

Su labial estaba esparcido por su cuello, y un poco alrededor de sus labios.

ℱ𝓊ℯ𝓇𝒶 𝒟ℯ ℒ𝓊ℊ𝒶𝓇Where stories live. Discover now