Capitulo 1

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                6 de julio, 1986.

—¡Maaaa! —llamo a mi mamá al llegar a mi casa—. ¿Hay alguien? —la respuesta se ve reflejada en un absoluto e incómodo silencio—. Bueno, estoy sola.

Agarro un helado de frutilla con chispas de chocolate de la heladera y mi walkman, me siento en el sofá y comienzo a comerlo y me dispongo a escuchar un cassette de Spinetta, mientras reflexiono sobre mis errores.

Trato de decirme, constantemente, que no está tan mal mi situación, que realmente no fue un error.

Pero cuando mi mente empieza a recordar los sucesos que me llevaron hasta este momento, no hago más que pensar lo boluda que fui, y cómo las consecuencias de mis acciones finalmente tomaron forma; generando grandes cambios en mi vida.

Es exactamente en este instante en el que mi mente deambula por los episodios que me trajeron a lo que es el día de hoy.

—Ramiro, banca, pueden venir tus viejos —dije como pude, mientras mis labios eran devorados por los de Ramiro, aunque realmente yo no estaba poniendo mucha resistencia.

Estaba en modo lujuria... Más aún cuando podía sentir algo duro presionar contra mis partes bajas.

Era una chica a la que le gustaba el sexo, no era algo de lo que me arrepintiera.

—No digas pavadas —respondió él, riendo, por lo que yo también reí, risa que se convirtió en gemido cuando sus manos juguetonas apretaron mis pechos.

Él sabía cómo encender mi cuerpo, es lo que el hábito y la costumbre logra en una persona.

—Sii,van a venir y nos van a sacar cagando —le dije.

—Dedícate a disfrutar como siempre lo hacemos. —Solo bastó que dijera eso para que nuestra sesión de besos se volviera más que eso, convirtiéndose en sexo.

Simple sexo.

Podía asegurar que no había nada de amor, solo diversión, lujuria y pasión.

Eramos chicos que se divertían de vez en cuando sin ataduras ni etiquetas de relación.

Lo cual estaba bien para mí, al igual que para Ramiro, es decir, ¿qué hombre estaría descontento por tener sexo sin compromisos? Era el sueño del pibe: sexo libre de ataduras, esa era yo.

—Me gusta nuestra relación —me informó él, como si hubiese escuchado mis pensamientos.

Yo reí con ganas, por supuesto que le gustaba.

—¿Esto es una relación y yo no me entere? —pregunté, aún riendo, mientras comenzaba a cubrir mi cuerpo nuevamente con la ropa.

—Bueno, me gusta lo que sea que seamos —dijo él mientras terminaba de ponerse su remera.

Sacudió su cabeza y me sonrió.

Ramiro realmente era un pibe muy atractivo, una cabellera color miel y hipnóticos ojos de color avellana. 

—Sin compromisos… —dije yo luego de abrochar mis pantalones.

—Sin compromisos —concordó él.

Eso era lo único que yo pedía a cambio. Lo único que quería de lo que sea que teníamos.

Si había algo a lo que yo le tuviera pavor, era al compromiso.

Simplemente yo me negaba a madurar, a crecer; el compromiso me aterraba, por eso llevaba una vida libre, de aquí para allá.

Pero sin mal pensarlo, por favor, me refiero a que era un espíritu libre, solo con Ramiro tenía esa clase de relación y llevábamos dos años en ello.

Trátame SuavementeWhere stories live. Discover now