Capítulo Uno

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Nadie dijo que ser blader profesional fuera a ser un trabajo sencillo. El camino a la grandeza no se encuentra sólo con la pura convicción, se requiere fuerza, perseverancia, disciplina, y sobre todo talento. Hay quienes ya nacen con la etiqueta de “exitosos” pegada justo en la frente, donde sea capaz de ser apreciada por el resto.

Para su desgracia, Bird Kazami sabe que él no es uno de los afortunados elegidos, y los dígitos marcados en la pantalla gigante sobre la pared de la sala no hacen más que confirmar sus palabras de una forma tan cruel y burlona que se siente capaz de ponerse a llorar ahí mismo, bajo la mirada empática de sus nuevos amigos y el suspiro de aburrimiento de su adversario, Kadovar

Cuatro segundos. Sólo cuatro segundos dentro del estadio fueron suficientes para sacar volando a su Hells Chain al exterior, con un golpe más que preciso por parte de su rival, a quien apenas conocía. Pero esto no debería ser nada raro, puesto que Bird, desde que llegó a la ciudad, inauguró un repertorio bastante lleno de derrotas a manos de gente a quien apenas ha visto una vez antes de que trapeen el suelo épicamente con su beyblade. Y aunque sabe que tampoco debería sorprenderse por el resultado, sus músculos se paralizan y su boca se queda congelada; la quijada cae hacia abajo y, si fuera físicamente posible, tocaría el suelo, mientras el sudor le resbala frío a un costado, cerca de sus orejas, las cuales zumban al ritmo de miles de abejas.

La voz se le queda atrapada en la garganta. No da crédito a lo que ve, y sólo puede escuchar los suspiros desalentados de Kamen y Multi detrás de él —”ahí va de nuevo…”—, así como unos pasos adicionales que no pertenecen a ninguno de los dos, pues son más pesados y, además, provienen de una dirección diferente. Son parte de una presencia más intimidante y pesada que la del mismísimo campeón del mundo, pero no mayor a la del rey Manju, con quién también ha tenido el placer de haber perdido.

Bird no piensa mucho en ello en ese momento. Está ocupado sintiéndose hecho mierda, por favor, un poco de comprensión. Multi dijo que ese bey era perfecto para él, ¿Qué había sucedido entonces? Bird prometió darle un buen uso, prometió que ganaría con su ayuda, que no echaría a perder el trabajo de dos noches seguidas en vela de su recién mejor amiga para con él. Sin embargo, ahora estaba ahí, mirando a su nuevo compañero en el suelo, tratando de entender que el problema no era el bey en sí, sino el blader; tratando de entender por qué sigue perdiendo, por qué no logra mejorar, qué es lo que no está viendo.

El hombre que antes estaba detrás del estadio, se ríe y pone una mano pesada sobre su hombro. No hay resistencia por parte de Bird, no puede hacer nada más que balbucear incoherencias con la mirada clavada en Hells Chain. El dueño de Wyvern hace un sonido con los labios en desacuerdo, es un chasquido seriado, mientras niega con la cabeza, palpando el lugar donde reposa su brazo.

—Bueno, no todos podemos tener buena suerte, ¿Verdad?—Kadovar inquirió con suavidad, su tono bañado con una falsa empatía que Bird notó de inmediato—, sin embargo, si todo tu equipo no puede aguantar treinta segundos, y pasar mi prueba por consiguiente…

Será sólo culpa tuya.

Bird no sabe si esas palabras fueron dichas en verdad, o fueron producto de su imaginación. Aunque, con la mente abrumada y exhausta por las emociones de una batalla que apenas pudo concretarse, casi puede creerlo. De todos modos, no importa mucho a estas alturas, para ser honesto. Si alguien lo dijo realmente, o no, habrá que felicitarlo sea cuál fuera el caso. No hay excusas que justifiquen una derrota y cualquier disculpa que dé no será suficiente para encarar la verdad. Nada lo es. Ninguno de sus esfuerzos llega a nada.

Tal vez la Torre X en verdad no es un lugar para tipos como él.

Lo que en verdad importa (Ekusu/Bird)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora