VIII

235 22 2
                                    

Esa noche, Jaehyun se acostó con Taeyong como siempre lo hacía, pero algo había cambiado. Ya no tenía más un sentido de propiedad absoluta, porque no podía ser dueño de una persona que le había salvado la vida, después de todo. Eso, y que no lo enviaría de regreso al Pabellón hasta que la inocencia de Taeyong estuviera probada y el verdadero culpable fuera encontrado.
Jaehyun debería estar irritado por eso, por tener un cortesano callejero constantemente bajo los pies, pero se encontró curiosamente aceptando la continua presencia de Taeyong en su vida.
Más que aceptando. Más...
No. Cuando esto estuviera hecho, Taeyong podría optar por no regresar al palacio y era comprensible. Si se marchaba, Jaehyun, estaría en deuda con él, no estaría en posición de insistir que se quedara.
¿Y qué haría que Taeyong se quedara? ¿Qué podría Jaehyun ofrecerle además de dinero?

Nada.

****

Al día siguiente, Jaehyun despertó con Taeyong enroscado a su alrededor, con los miembros flojos y cálidos.
Jaehyun se separó y se dirigió a la zona de baño donde los criados ya habían llenado la bañera con agua caliente. Brevemente, Jaehyun consideró despertar a Taeyong y disfrutarlo en la bañera, pero luego descartó la posibilidad porque la última cosa que Taeyong necesitaba hoy era verse bien jodido mientras era interrogado.

En lugar de ello, Jaehyun acabó el baño y luego escribió una misiva para convocar al Dr. Sooman con urgencia para ser interrogado, una nota que luego entregaría a un paje después de estamparla con su sello.

Para el momento en que Taeyong despertó, Jaehyun ya había llamado al sastre y tenía otra túnica simple reunida para él, algo que no era presuntuosamente rica y, por lo tanto, no amenazante para los otros nobles ricos, pero algo respetable, no obstante.

―Eres perezoso, ―comentó Jaehyun cuando Taeyong atontado se abrió paso hacia la bañera.

Jaehyun se paró cerca para verlo, porque por los dioses, si no podía tener al muchacho, lo menos que podía hacer era mirar.

―Y tú eres un idiota
Taeyong replicó, hundiéndose en el agua con un suspiro.
―Sólo me tomó siglos conciliar el sueño, sabiendo que podría ser ejecutado hoy. ¿De acuerdo?

―No serás ejecutado.
Jaehyun entornó los ojos.

―¿Oh, sí, Sr. Lord de Todo?

―Esa no es la forma correcta de dirigirse a mí.

―Jode la forma correcta de dirigirse a ti.

―¿O simplemente jódeme?

Taeyong se puso rojo.
―Bueno, lo que sea. Ganas esta ronda.

―Hmm.
Taeyong salpicó agua sobre sus hombros relucientes. Jaehyun miró una gota de agua perdida deslizándose por su cuello. ―Está, um... ¿Está Sooman en camino?

―Debería estarlo.

―¿Por qué no te cae bien, por cierto?

―¿Quién dijo que no me cae bien?

―Tu reacción de ayer. No era exactamente positiva.

―Creo que hace un buen trabajo. No soy demasiado aficionado a él personalmente.

―¿Por qué es eso?
Porque tú eres muy aficionado a él, Jaehyun casi dijo antes de atraparse a sí mismo, sorprendido. ¿Qué?

―Uh. ¿Jaehyun?

―Vístete, ―dijo Jaehyun y salió del cuarto de baño. La vista de toda esa piel desnuda estaba arruinando claramente su capacidad de pensamiento racional.

****

Los cortesanos -a ninguno de los cuales se le había permitido abandonar el palacio durante la noche- se reunieron en la sala del trono, susurrando detrás de las manos levantadas y disparando unos a otras miradas especulativas. Brillantes y elegantes, le recordaron a Jaehyun un nido de serpientes.

EL PRECIO || JAEYONGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora