PRÓLOGO

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No fue un cambio radical. Los medios de comunicación se encargaron de llevarnos de la mano tan lentamente que normalizamos los sucesos casi sin darnos cuenta.

El mundo que conocíamos fue divido en siete planetas, tan cerca uno del otro que era posible verlos con claridad. Siete esferas tridimensionales alineadas de menor a mayor tamaño que alojaron al total de los seres vivos.

Me mandaron al número siete y último, bajo la clasificación de "Superdotados", o sea, aquellos que reunimos las habilidades intelectuales significativamente superiores a la media y sobresalimos en todas las disciplinas. Somos jóvenes no mayores de 22 años, yo tengo 19. Vestimos como antes, con jeans, sudaderas, playeras y tenis de lona tipo bota. Vivimos concentrados en modernos edificios donde reina la pulcritud y armonía; el mío es el número siete y está rodeado de un extenso bosque de coníferas. Hay un caudaloso río que parece no tener final. El clima es templado, mi favorito.

Cada mañana, despertamos automáticamente a las 6 am; salimos a correr durante una hora por brechas y caminos cuyas orillas están salpicadas de orquídeas blancas y rosa. El aire es tan puro que se desliza ligero por las vías respiratorias. Algunos osados se remojan en el río antes de regresar, los más cautelosos preferimos el agua tibia de la ducha. Una vez bañados, bajamos al amplio comedor lleno de sillas y mesas de madera color café. En cada mesa pueden acomodarse hasta 30 personas, así de largas son. Elegantes meseros vestidos de negro nos sirven copiosos desayunos con huevos, rebanadas de lomo, tocino, fruta, pan tostado, jugo y café. Al terminar, tenemos media hora antes de dirigirnos a nuestro respectivo salón.

Todos los días, desde que llegué aquí, uso ese tiempo para subir a la terraza del último piso, desde donde observo el planeta cinco, en donde está la única persona que me ha importado en la vida. Solamente puedo ver una superficie azul y blanca, a pesar de que ajusto el telescopio que se ha convertido en receptor de mis amargas lágrimas.

Empezaré por el principio.

Me llamo Solveigh y nací en la ciudad de México en el año 2011. Soy una chica de ojos almendrados color miel. Quien inventó las curvas femeninas se olvidó de mí, ya que soy delgada y sin protuberancias. Mido 1.70 m y mi piel trigueña contrasta con unos extraños rizos rubios naturales que crecen más rápido de lo que quisiera.

En septiembre del 2015, los dirigentes mundiales de las Naciones Unidas, aprobaron un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, con la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Sin embargo y como suele suceder, las principales potencias siguieron disfrazando su ambición bajo la máscara de humanitarios, ecológicos y sustentables.

Entre el 2020 y el 2022, crearon la pandemia del Covid 19, con dos principales objetivos; el primero, reducir un pequeño porcentaje de la población mundial; el segundo y más importante, hacer que las personas, desesperadas al ver morir a sus seres queridos, corrieran a vacunarse. El objetivo siempre fue la vacuna. ¿Por qué? Se manejan varias teorías, la principal apunta a que en un periodo de siete años, ésta causaría siete veces más fallecimientos "naturales" que el virus. Por supuesto, esta información no ha sido aceptada pero varias personas que formaron parte del proyecto han sacado a la luz las pruebas. A pesar de ello, a nadie parece importarle pues existe una rara conformidad humana nunca antes vista (otro efecto de la vacuna dicen los informantes). Quienes no se habían vacunado, fueron obligados a hacerlo ya que se convirtió en requisito para trabajar, comprar, viajar, en fin para todo. Al parecer, lo que se dice es cierto, pues infinidad de personas que gozaban de aparente buena salud, sufrieron padecimientos nuevos o vieron magnificarse aquellos que eran considerados insignificantes, lo que los llevó a la muerte.

En el 2025, los medios de comunicación anunciaron que los recursos naturales habían alcanzado un mínimo histórico y la única manera de preservar la vida en la tierra, sería dividirla en siete sub planetas. Aseguraron que la transición sería paulatina y nos bombardearon con anuncios que mostraban la próxima nueva realidad. En los videos se podía observar cómo el mundo se segmentaría en partes mediante un proceso parecido a la mitosis o división celular, hasta quedar siete esferas alineadas. Ante la noticia, no hubo suicidios masivos, la gente no salió a las calles a manifestarse o hacer disturbios, simplemente nos dejamos llevar.

FILIA7Where stories live. Discover now