Prólogo

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Hubo un choque automovilístico en la zona, pero más allá del accidente lo que molestaba era ése ruido que se escuchaba de los claxon; solo demostraban la desesperación de las personas por llegar a sus destinos, y ahí estaba él, el famoso Rayman, el representante de la televisión mundial, sí, incluso alguien con tal reconocimiento estaba ahí. Atorado en la complejidad del tráfico.

Era obvio que no estaba del todo feliz pero lo entendía, al menos por un rato, pues no pudo seguir siendo comprensivo en el momento en el que su cabeza empezaba a tener pensamientos desagradables que solo lo hacían enojar cada vez más.

Estaba de camino a ver a su psiquiatra.

Justamente los pensamientos agresivos eran el problema a tratar con su terapeuta, ese problema de personalidad aparentemente doble era lo que estaban estudiando, no podía seguir con eso o terminaría destruyendo cada lazo que tratara de formar con alguien más.

──No necesito nada de eso.

Soltó un quejido al dolor de su cabeza, tan intenso que lo hizo tomar en manos su rostro, sentía el dolor subir a cada segundo y, de la nada, se detuvo.

No se la creía, por eso, con lentitud levantó el rostro para mirar el camino, no había progreso y para rectificar dirigió su mirada al espejo retrovisor del auto.

Ahí estaba.

──Es verdad, no lo necesitas ──. Su reflejo habló, pero ese reflejo no expresaba lo que él mismo era, se le veía más... Agresivo y desarreglado──. No necesitamos ir a ese lugar, mírame, me necesitas más a mí de lo que crees.

──No, la última vez me dijiste que nos estaban manipulando...

──¡Porque eso hacen!

──Ya tuve suficiente, solo cállate.

Pidió por último antes de solo desviar su mirada de cualquier objeto reflejante, cualquier cosa que le diera a ver su rostro o figura era suficiente para hacer que ese "sujeto" saliera a la luz para decir todo lo que le ponía vulnerable, esas palabras eran peor que cualquier crítica externa, era como si realmente pensara todas esas cosas, que su subconsciente estaba tratando de hacerle saber algo importante, algo que no estaba mirando... O que solo estaba ignorando.

Por fin el ruido infernal de los claxon se detuvo, una sonrisa triunfante se dibujó en su rostro antes de tomar la acción de seguir manejando por la avenida, ahora estaba entre tenso y contento, por lo que solo pudo empezar a poner música que le diera un poco de paz, sí, eso fue lo mejor que pudo hacer.

De todas formas, el problema seguía ahí.

* * *

En cuanto llegó al edificio del consultorio se apresuró a ir con la mujer de recepción, aquella dama lo miró con asombro al percatarse del tipo de celebridad que era pero no dijo nada y le dió acceso a un recibidor exclusivo, tenía indicaciones estrictas para no llamar la atención de las personas comunes; instrucciones que venían del alto mando.

Rayman estaba algo ansioso, los nervios venían a su garganta y solo deseaba irse rápido de ese lugar, esperaba algo parecido a "Solo es agotamiento mental, no tienes que preocuparte" para poder seguir con su vida diaria.

Por desgracia, eso solo seguía siendo un anhelo de su corazón.

──Rayman...

──Estoy aquí.

──Debe acompañarme, es su turno ──. La hermosa dama le hizo un movimiento de cabeza para que él le siguiera el paso, por su parte, solo hizo caso a esa indicación silenciosa de la mujer.

Se levantó de su asiento para seguir a la encargada de llevarlo hasta su terapeuta, estuvieron caminando por un rato hasta que estuvo dentro de una habitación, ahí fue donde su guía le avisó que ella misma se tenía que retirar, dejando poco después la habitación y cerrando la puerta tras de sí.

Se mantuvo en silencio, hasta que un hombre habló.

──Bienvenido, Rayman. Me encantaría decir que es la primera vez que llega a mí una celebridad con problemas pero... Desgraciadamente no es así.

──¿Es el psiquiatra Adam?

──El mismo, soy yo quien tiene el seguimiento psicológico que estaba llevando Steve, tu psicólogo.

──Entonces...

──Lo sé todo, tus pesadillas nocturnas, tus ataques de ira, las órdenes de alejamiento que tienen contra tí, tu problema con los reflejos, la falta de confianza en tí mismo, tu egocentrismo y...

──Ya entendí, gracias.

Adam sonrió con calidez, pero a Rayman solo le causó un nudo en el estómago.

─Iniciemos la sesión.

Esas palabras bastaron para que la pequeña celebridad entrará en un tipo monólogo, habló y habló por tanto tiempo que era evidente que aquella no era su primera vez hablando con un especialista en el tema.

Aunque sería mentir si decía que a ese psiquiatra le interesaba lo que le pasaba.

Solo deseaba dinero, fama y poder. Cosa que obtendría si manejaba bien a su paciente desquiciado.

──Deberías iniciar ya con un medicamento para eso, te voy a recetar Ziprasidona, una tableta cada 12 horas.

──Me comentaron que me mandaron con usted para ese tipo de recetas ¿Debo seguir alguna dieta o algo?

──No, descuida, no es necesario hacerlo.

El rubio decidió confiar en su especialista, así que esperó con paciencia a que le diera la receta y luego se despidió del psiquiatra con un apretón de manos amistoso, poco después solo le quedó conducir de regreso a su despacho para tomar algunas cosas que necesitaba, eso fue lo que hizo; hasta que un amigo suyo lo interrumpió.

──Oye, Ray, tienes algo por ahí.

──Estrés y cansancio.

Bromeó con su amigo, haciéndolo reír mientras negaba con su rostro.

──Sí pero no, es algo más, deberías verlo.

Poco sería decir que se preguntó de qué hablaba y, sin dudarlo, caminó con intranquilidad hasta su oficina para encontrar sobre de su mesa un sobre sellado con cera roja, en él había un toque de misterio pero a la vez era lindo, era como si fuera una carta dirigida a un familiar de alta estima.

Dudó de si era para él, pero una preciosa letra en cursiva se escribió en la esquina del sobre con un «Rayman, mon cheri» y eso, sin duda, daba a entender que la carta definitivamente era para él.

Con cariño, Bullfrog.Where stories live. Discover now