Capítulo 7: Past Lives - Børns

24 3 2
                                    

¡Hola! Recuerda dejar tu voto y tu comentario si esta novela te está gustando. De esa forma, me ayudas a que se haga mucho más conocida 😊💖

***

Años atrás...

Era un día de mierda.

Despertarme me había costado un mundo, la gran tarea titánica a la que tuve que enfrentarme aquella mañana. El cuerpo me pesaba y los ojos me escocían, casi ni había dormido en esa horrible noche. No era consciente de cuánto tiempo había pasado sin descansar como era debido, durmiendo del tirón, sin despertarme cada cinco minutos por el dolor de cabeza que me provocaba el malestar.

Miré mi rostro en el espejo, sin preocuparme demasiado las ojeras que se marcaban con ímpetu bajo mis ojos. Tampoco noté el gesto cansado que mostraba mi rostro, porque la realidad era que todo lo de la apariencia había pasado a segundo plano. No me importaba nada. Todo carecía de relevancia para mí.

—Venga, Vega, métete en la ducha. Vamos a llegar tarde, cariño —la voz de mi madre me sacó del trance. Ella agarró la colonia del baño y yo me giré a mirarla, todavía con el pijama puesto.

—¿Es necesario? —pregunté. Sus ojos me enfocaron y me miraron de arriba abajo. Yo también leía en su cara el dolor, la pérdida... pero era muy fuerte. Ella era infinitamente más fuerte que yo.

—Sí, es necesario. Llevas días sin lavarte y no es bueno para ti. Venga, aunque sea una ducha de diez minutos, ya verás que te vendrá bien —habló, a lo que yo miré a la ducha que existía en nuestra casa.

—No me refería a bañarme... digo a ir al instituto —exclamé. Mi madre dejó escapar el aire de sus pulmones, acercándose a mí. Vi la lástima en sus ojos, la pena de verme en tal estado. Ella también estaba apagada, como si algo en su interior se hubiera ido hacía unos días.

—Has faltado mucho. Yo también querría que te quedaras aquí conmigo, pero sabes que debes estudiar. Sé que es difícil, Vega —habló, acercándose a mí y dejando un beso en mi frente—. Solo serán unas horas y estarás de vuelta en casa. Puedes llamarme si lo necesitas e iré a por ti, pero... inténtalo. Por favor.

Asentí. No quería llevarle la contraria. No en ese momento ni en aquella situación.

No recuerdo bien la ropa que me puse aquel día, tampoco la forma en la que llegué al instituto. Algunas partes de aquella jornada están borrosas en mi mente y, para ser sincera, no quiero darles claridad. Solo tengo recuerdos de sensaciones; la calma cuando Laia me cogió de la mano en clase, mientras yo pensaba en a saber qué; el dolor de ver a todo el mundo observarme como si fuera un nuevo fenómeno; la incomodidad de escuchar los cotilleos acerca de cómo era «la chica a la que se le ha muerto la melliza»; el nerviosismo cuando un profesor me preguntó por qué habíamos faltado mi hermana y yo, ya que no se había enterado de la noticia.

Hacía dos semanas que Alma había fallecido y ya nada iba a volver a ser como antes. Un pedazo de mí se había ido con ella, algo se había apagado en el momento en el que la había visto cerrar los ojos y respirar por última vez. Ese recuerdo sí lo tenía grabado a fuego hasta mis últimos días. Era mi melliza, la otra mitad de mi vida. Jamás llegaría a saber expresar el dolor de perderla, no con palabras. Nadie era capaz de meterse en mi piel y saber qué era aquello que había experimentado al verla enfermar, morir poco a poco.

No supe en qué segundo mi cuerpo comenzó a hiperventilar en clase de matemáticas, justo en la única asignatura en la que Laia y yo no íbamos juntas. Pedí permiso para ir al baño y me escabullí por los pasillos vacíos, mareada por notar que el aire no me llegaba a los pulmones. Vi la salida de emergencia a unas escaleras y me dirigí allí como si fuera un salvavidas. Cuando el aire del invierno golpeó mi rostro, cerré los ojos y me apoyé en el muro de piedra que hacía de barandilla, llevando una mano a mi pecho para calmar mi respiración. Pasé allí unos minutos, calmándome, tratando de poner la mente lejos de lo que estaba viviendo. Para cuando fui capaz de abrir mis ojos noté un dolor punzante bajo mis costillas, pero por fin había logrado retomar mi respiración de forma más regular.

¿Guardamos un secreto?Where stories live. Discover now