Lilian Lovelace, siempre ha sido el ejemplo de la dama perfecta. No sabe de escandalos, rebeldía, ni mucho menos travesuras. Ha crecido siendo testigo del sufrimiento que puede causar el perder una buena reputación y se ha esforzado por ser una dign...
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Bristol, Inglaterra. Mayo de 1818.
Lilian Lovelace, tercera hija de los condes de Hampton, sabía que era una pésima idea secundar a su hermana Georgiana en otra de sus travesuras, pero una vez más se encontraba siguiéndola a lomos de un caballo bajo el sol intenso de una tarde calurosa.
Sus padres no le tenían permitido salir de los límites de Hampton Manor, ya que tenían mucho terreno alrededor de la mansión donde podían entretenerse. No obstante ya se conocían cada tramo de esa tierra de memoria, y teniendo ya la edad de unas jovencitas se aburrían mucho encerradas en la propiedad.
Su hermana que era más grande que ella por dos años era la más audaz y temeraria de las dos. Lilian solía tener muchas menos agallas a la hora de transgredir las reglas, aunque tenía que reconocer que con dieciocho años necesitaba algo más que pasar las tardes correteando por los jardines de su padre.
Lilian ansiaba que llegara su puesta en largo, cuando haría como su hermana mayor Felicity que había sido ya presentada en sociedad, aunque para ella no había resultado una grata experiencia pues había sido rechazada por una injusticia. A pesar de que su hermana había sido expulsada, su madre había creído que seis años serían suficientes para haber aplacado a las malas lenguas.
Desafortunadamente cuando había llegado el turno de Georgiana, ella tampoco había tenido éxito como debutante. Muchas personas murmuraba sobre su parentesco con Felicity aún, y la personalidad irreverente, poco mundana y elegante de ésta no ayudaron a hacerla popular entre los partidos solteros.
En su primer intento no habían logrado los contactos necesarios para que la mediana de las Lovelace, lograra ser incluida en las invitaciones más importantes, y solo habían asistido a unos pocos bailes antes de tener que desistir y regresar a casa. Su madre había concluido que debía resignarse con Georgiana y esperar conseguirle un esposo entre los candidatos de Bristol y alrededores.
En su caso, no podía más que imaginar cómo debería ser asistir a los elegantes bailes, ser cortejada por un galante caballero y disfrutar de todos los divertimentos de la capital, puesto que acababa de alcanzar la edad necesaria. Había temido que cuando su momento llegara, sufriría el mismo destino de sus hermanas. Estaba la mala fama de Felicity, y Lilian tampoco era precisamente una beldad. Por otra parte su timidez muchas veces la hacía parecer torpe y distante.
Sin embargo el destino tenía otros planes, y unos meses después de aquel fracaso de Georgiana en su excursión en sociedad, su hermana mayor había recibido de manera inesperada una propuesta matrimonial de un par del reino considerado un partido de oro. Felicity era la nueva marquesa de Harrow, y todos los que antes les habían negado la invitación, harían fila para que ellas asistieran a sus eventos.
La condesa de Hampton, se encontraba en la ciudad, haciendo los preparativos necesarios para que Lilian hiciera su presentación en Londres en cuanto la temporada otoñal diera comienzo. Por supuesto Georgiana también tendría una segunda oportunidad, por más que hubiese protestado y perjurado que no se sometería de nuevo a aquella tortura, su madre la llevaría a la rastra si era necesario.
