Capitulo V: La llegada del emperador

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El carruaje negro y dorado, ostentoso y elegante, se detuvo frente a la entrada del palacio de Ébano. Tirado por caballos negros imponentes, el carruaje llevaba banderas y el escudo real del Imperio de las Sombras: un corazón con dos espadas cruzadas y una enredadera de espinas en color plata y rojo. Había dos carruajes menos ostentosos, uno delante y otro detrás, que transportaban a los guardias del emperador.

La familia real estaba alineada en la entrada, esperando con anticipación. La atmósfera estaba cargada de expectativa mientras el cochero del carruaje principal descendía y abría la puerta. De dentro, emergió una figura femenina que inmediatamente captó la atención de todos.

Primero bajó una joven delgada, pero con un físico impresionante: piernas largas, cintura pequeña y pechos grandes. Su cabello plateado, largo y grueso, caía en ondas suaves, recogido parcialmente en una media trenza que le daba un aire etéreo. Su piel morena resaltaba aún más su exótico atractivo. Sus labios gruesos y bien definidos, su nariz pequeña y sus ojos grises le daban una apariencia de muñeca. Llevaba un vestido extraño y llamativo. Las mangas caídas dejaban al descubierto sus hombros, y la falda corta con olanes grises y blancos recordaba a una flor manchada de tinta. Complementaba su atuendo con un corset negro de cuero que ceñía su cintura y realzaba su figura, y unas botas altas de cuero negro y plata que llegaban por encima de las rodillas. Joyas de rubí adornaban su cuello y orejas, brillando con una intensidad que rivalizaba con sus propios ojos. Su presencia era hipnotizante.

Mi madre me susurró al oído:

—Es una mujer bellísima.

Seraphine avanzó con gracia, y su voz grave, pero dulce y melancólica, resonó en el aire.

—Soy Seraphine Coz, la consejera real del Imperio de las Sombras —dijo, haciendo una reverencia—. Es un honor presentarles al emperador del Imperio de las Sombras, Varian Serkant de Vikam, hijo del difunto rey Balaj.

Todos se giraron hacia el carruaje cuando otra figura imponente emergió. Varian Serkant de Vikam bajó con un porte majestuoso. Era un hombre alto, más alto que Tristan, con un cuerpo musculoso que se insinuaba bajo su ropa formal. Su tez canela y sus ojos grises eran penetrantes, llenos de una intensidad que podía sentirse a distancia. Su cabello plateado, lacio y de longitud media, caía suavemente alrededor de su rostro, resaltando sus rasgos afilados y su mandíbula fuerte.

Varian vestía un traje azul muy oscuro, casi negro, con detalles en plata que realzaban su figura atlética. La chaqueta del traje estaba adornada con bordados plateados que formaban patrones intrincados, y llevaba una corbata del mismo color. Su corona, una obra de arte en plata con incrustaciones de zafiros y rubíes, descansaba majestuosamente sobre su cabello, destacando su nobleza y poder. Cada movimiento suyo irradiaba confianza y autoridad.

El rey Cedric dio un paso adelante, haciendo una reverencia.

—Bienvenido al palacio de Ébano, Su Majestad.

Varian asintió con una leve inclinación de cabeza, su mirada penetrante recorriendo a cada miembro de la familia real.

—Es un honor estar aquí —respondió con una voz profunda y resonante, que parecía vibrar en el aire.

Observé todo con una mezcla de fascinación y ansiedad. La llegada de Varian Serkant de Vikam marcaba el inicio de un nuevo capítulo para nuestros reinos, y el aire estaba cargado de expectativas. Mientras la reina Izadora y mi madre intercambiaban cortesías con el emperador, no pude evitar sentir una sensación de inquietud.

Tristan y yo nos miramos por un momento. Él me ofreció una sonrisa tranquilizadora, pero mis pensamientos estaban centrados en lo que esta visita podría significar para nosotros.

La prometida de ÉbanoWhere stories live. Discover now