Décimo capítulo

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Apenas estuvieron las cinco en la sala de prácticas, Yeji se puso en modo líder. El cambio era tan palpable que esa era la forma de Jisu de describirlo. Los ademanes de Yeji eran certeros, cada uno servía a un propósito —generalmente, mandar a las demás a sus puestos—, su expresión era de una seriedad glaciar —un contraste brutal con su habitual yo alegre—, y su voz, aunque seguía siendo suave, adquiría un timbre de mandato. La voz de alguien que querías obedecer, porque sabías lo que hacía. No querías desobedecerla.

Cosa que Ryujin y Yuna estaban haciendo. Mientras Yeji explicaba lo que iban a hacer frente al espejo, cada una en sus posiciones, la pareja Shin soltaba risitas y se arrojaban miraditas cómplices. Jisu no entendía qué sucedía y, juzgando por sus expresiones, Yeji y Chaeryeong tampoco.

—Ryujin, Yuna, ¿tienen algo que contar? —inquirió Yeji.

—Ah, no, nada —respondió Ryujin. Apareció una sonrisita en su rostro—. ¿Y tú, Yeji? ¿Tienes algo interesante por allí?

Yeji parpadeó dos veces.

—Ehm, ¿no? Quiero decir, no. —Fue casi un balbuceo.

—Oh, bien —dijo Ryujin con una sonrisa beatífica—. Continuemos.

¿Acaso Yuna sonrió de medio lado, o fue la imaginación de Jisu?

La práctica inició, y pronto sus pensamientos estuvieron enfocados en el baile. Hacía tanto tiempo que Jisu no disfrutaba de una práctica, y se lo atribuyó a lo obvio: habían transcurrido meses desde que el equipo entero se reunió a hacerla. Meses de incertidumbre, semanas estresantes, días de preocupación. Demasiada mierda para el resto de su carrera, concluyó Jisu, que no esperaba más. Confiaba en que así fuera.

Los jadeos y pieles lustrosas de sudor pedían a gritos una pausa. Yeji la concedió. Jisu, tomando un buen trago de agua, paseó la mirada por la sala, y captó a Ryujin vocalizándole algo a Yuna, y a está respondiendo con un asentimiento entusiasmado.

—Bien, ¿en qué andan ustedes dos? —les preguntó Jisu, finalmente picada por la curiosidad, señalándolas en el espejo—. Sé que andan en algo. —Entrecerró los ojos.

Ryujin y Yuna hablaron al mismo tiempo, se interrumpieron, cruzaron miradas y se rieron. Yuna le concedió la palabra a Ryujin con un gesto, y se repantigó en el suelo, como una espectadora lista para ver el mundo arder...

—Yo no diría que "andamos en", unnie —contestó Ryujin, haciendo comillas con los dedos. Empezó a pasearse por la sala con aire despreocupado—. Más bien, en mi opinión, son Yeddeong y tú las que andan en algo. —Una ceja arqueada e inquisidora se presentó ante Jisu y Yeji.

«Ah». Un ah mental que recorrió como una ola a Jisu. Yeji, por su parte, estaba tomando agua despreocupadamente cuando Ryujin soltó la bomba. La pareja de Jisu empezó a toser.

—¿Qué hablas, Ryujin? —preguntó entre toses.

Yuna se levantó y tomó a Ryujin de la mano y, ante la atónita mirada de Jisu, pasearon por la sala, como si estuvieran en medio de una obra de teatro.

—¿De qué crees que estaban hablando de esa vez en el parque, Ryujinie? —preguntó Yuna con aire risueño.

—Ay, Dios —murmuró Chaeryeong, que se había acercado a Yeji para darle golpecitos útiles en la espalda.

—Se me ocurren muchos temas, Yuna-yah —respondió Ryujin con el mismo aire—. Pero las cosas de las que pueden hablar las novias son prácticamente infinitas. Sin embargo —y se detuvieron ambas—, fue algo gracioso, porque Jisu se puso de pie así —Ryujin se puso de puntillas frente a Yuna—, y le dejó un beso a Yeji. —Le dio un pico a Yuna.

Hanbok: Historia paralelaOnde histórias criam vida. Descubra agora