4- Todo es mejor de a dos

11 2 47
                                    

Elregreso a casa y la vida cotidiana fue más duro de lo que hubieran esperado, habiendo pasado casi dos semanas fuera entre tanto relajo, hermosas vistas y tiempo a solas. Incluso para alguien tan disciplinada y siempre dispuesta al trabajo como era Tsukuyo, ella tuvo que admitir que le daba un poco de pesar el volver al día siguiente a las patrullas en Yoshiwara, lo que dio pie a Gintoki de invitarla a saborear las mieles de una vida más relajada como la de él, sin días ni horarios fijos de trabajo, diciéndole eso mientras estaba recostado en el sofá.

- Eso será más adelante, Gintoki, cuando avance el embarazo y me sea incómodo andar patrullando y en misiones.

- Acepto lo de las patrullas, pero no harás más misiones desde ahora.

- ¿Qué dices? Claro que las haré.

- No, no las harás –Replicó el tajantemente– Estás embarazada.

- Sí, apenas de dos meses, ni se me nota. Además, todavía casi nadie más lo sabe.

- Entonces lo sabrán. Es un riesgo que no te permitiré tomar, Tsukki, lo digo como tu esposo.

- Eres mi esposo, no mi dueño. A mí no me dices qué hacer o qué no hacer.

- Veamos, tienes nuestro bebé en tu vientre, tu trabajo suele involucrar lidiar con gente peligrosa, y suele haber muchos kunai y espadas de por medio –Contó el samurái con los dedos, mientras se sentaba y la miraba muy serio– ¿Qué de todo eso no te queda claro, como para llegar a la conclusión de que no es buena idea seguir juntando esos tres factores?

- Hace tiempo que las misiones no son tan peligrosas, y sabes bien lo capaz que el Hyakka para lidiar con ello, no pasará nada.

- Prefiero que no corramos el riesgo. No irás detrás de nadie, así que ve pensando en hacer otro tipo de trabajo, Tsukuyo.

- Conozco mis limitaciones, me bastará con pedir ayuda cuando detecte que estoy alcanzándolas, si eso te deja más tranquilo –Replicó la cortesana, cruzándose de brazos.

- Aaah, mujer, ¿qué tan terca vas a ser? –Gruñó él, poniéndose de pie y caminando hacia ella. En cuanto la rubia no cedió ni un paso hacia atrás y la discusión estaba a punto de escalar, Gintoki cerró los ojos, resoplando con fuerza antes de hablar nuevamente– Bien, si así lo quieres. No tendrás que pedir ayuda, ya que yo ya estaré allí.

- ¿Qué?

- Yo iré contigo, seré tu sombra cada vez que surja una misión fuera de patrullar, incluso si es una improvisada.

- No vas a hacer algo así.

- Así como dices que yo no puedo decirte qué hacer o no hacer, lo mismo va para ti, Tsukki, ¿verdad? Voy a hacerlo, lo quieras o no, porque es mi decisión. Si no puedo evitar que seas temeraria, entonces voy a encargarme de protegerte para asegurarme de que nada amenace tu vida ni la vida de nuestro hijo, ¿lo oyes?

La cortesana se quedó en silencio un momento. Tenía muchas ganas de protestar por lo exagerado que su esposo estaba siendo, y al mismo tiempo ver su genuina expresión preocupada, además de oírlo decir con tanta determinación que los protegería a toda costa, no falló en ablandarla un poco. Sabía que él podía ser tan terco como ella, o peor, él solía ser del tipo de hombre que hacía las cosas aunque lo rechazaran, por lo cual no tenía sentido empeorar la discusión. Si ninguno iba a ceder, no les quedaba más que negociar el punto medio. Antes de poder decir algo al respecto, Gintoki la atrapó en sus brazos.

- Tienes la suerte de llevar el embarazo bien hasta ahora, con pocas náuseas y mareos, yo estuve a tu lado en la mayoría de ellos, y vi lo que te afectaban. No quiero que tientes a la suerte, y si llegas a descompensarte de alguna forma y esa debilidad llega en un mal momento en el que te complica defenderte o disminuye tus rápidos reflejos, podría ocurrir algo malo. No permitiré que eso ocurra.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Dec 31, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Que el amanecer nos encuentre juntos por siempreWhere stories live. Discover now