único

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advertencia: smut!

Cuando Exequiel y Yesica se conocen, él tiene 20 y ella 26. El año sabático después del secundario, incluso con todo el mundo habiéndole recomendado no hacerlo, lo dejó mal parado y asustadizo de cara a la universidad. Pero así y todo, se metió a estudiar Economía y la vio por primera vez en la cafetería de la facultad, tratando de sacar agua de la máquina dispensable sin darse cuenta que no andaba y nunca había andado en realidad. Exequiel deja todo lo que hace para mirarla. Y lo repite el día siguiente. Y el día después de ese hasta que alguien avisa y cambian el bidón.

Ya no recuerda muy bien cómo es que le terminó hablando (lo que es, en parte, irónico y un problema primerizo que no supieron ver, ya que Yesica lo recuerda absolutamente todo), ni cómo se dio su primer beso. Seguro debía de haber alcohol y estrés por los parciales involucrados y Exequiel era del tipo de personas que, si la situación ameritaba, no le hacía asco a nada. Incluso si era una amiga de muchos años a la que nunca había hallado atractiva. Para su suerte, Yesica lo había sido desde el primer momento; y besaba lo suficientemente bien como para repetirse un par de noches más. El famoso una cosa lleva a la otra.

Una cosa, ciertamente, sí llevó a la otra y a sus 21 (y a los 27 de ella) estaban saliendo. Ella se recibió. Exequiel dejó la carrera. Pero como no le agradaba la idea de ser un parásito —ni mucho menos la de Lean y los demás burlándose de que su novia era exitosa y él no—, se puso a trabajar de repartidor con una moto prestada. Se hizo un par de pesitos en lo que en la economía argentina significaba lo justo para pagar un lindo departamento miti-miti y los regalos de su aniversario, que eran, si con transparencia se hablaba, un dolor de huevo. Yesica era... estrafalaria, por decirlo de alguna manera. Sus gustos eran exóticos. Y tenía un ojo de bruja que la hacía darse cuenta al instante si Exequiel había elegido esa cartera por su cuenta o los boludos de sus amigos lo habían ayudado.

Aún así, cuando Exequiel a sus 24 ya está bastante acomodado en una oficina y se saca un anillo plateado del bolsillo, en medio de un restaurante de Buenos Aires, Yesica sabe que esta vez sí fue su iniciativa. De algún modo lo hace, y no se equivoca. Exequiel fue a comprar el anillo una semana atrás completamente solo y practicó frente al espejo antes de salir. Entonces, ¿qué es lo que lo hace darse cuenta de que no se quiere casar?

Fácil. Su despedida de soltero.

Leandro llegó al salón particularmente de buen humor, con esa sonrisita que Exequiel odiaba porque sólo podía significar que se estaba por mandar una cagada. Visto de esa forma, no estaba mal que lo haya saludado a la defensiva, olvidándose de que era una noche festiva para apretarle con fuerza la mano.

—¿Qué estás craneando, wachín? —le dijo.

—Eeh, qué mala onda —exclamó Lean —. Nada, loco. Estoy contento por vos. Aunque la Yesica sea medio chupasangre...

Que su primer instinto haya sido responderle "ya sé" y que realmente se haya tenido que contener fue el primer indicio de que iba a ser una noche larguísima.

—No le digás así.

—No, tenés razón. Perdoname —dijo Leandro. Exequiel hizo un ademán y lo dejó para saludar al resto de sus amigos.

No iba a haber una despedida de soltero como tal hasta que Enzo lo sugirió. Ninguno sabía bien por qué se engancharon tan rápido. Quizá porque en el grupo nadie había tenido una, y sonaba atractiva. Sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que Exequiel extrañaría su libertad (y lo poco que estaba dispuesto a mencionarlo en voz alta.)

Conseguir el permiso de Yesica ya había sido bastante traumático. También lo era el hecho de pensar en sus padres viniendo, diciéndole que Yesica era la chica perfecta para él, o pensar en ponerse el traje que aguardaba impermeable en el placar. A medida que la despedida pasaba Exequiel se quedaba cada vez más callado con su trago en la mano.

despedida de soltero 》montiel/palacios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora