El aguacero llegó sin mucho aviso. En la calle resonaron abruptos truenos, seguidos por fuertes lluvias que caían sobre el pavimento. Creyendo que el tiempo mejoraría pronto, T/N y Chan decidieron esperar a que pasara la tormenta. Después de que pasaron unas horas, ya habían recogido la cena y terminado de lavarse.
"¿Te apetece quedarte a pasar la noche? Dormiré en el sofá como siempre", llamó Chan por el pasillo. Mientras las palabras flotaban hacia T/N, se encontró sonriendo. Él siempre fue un caballero y durante su relación estable de ocho meses, Chan fue cauteloso al traspasar los límites, especialmente aquellos relacionados con el espacio personal.
Con su toalla facial en mano, T/N entró tranquilamente en la habitación. Chan estaba parado al lado de la cama, esponjando amorosamente las almohadas antes de rociar rápidamente una pizca de su perfume en el aire y abanicarlo con la mano para distribuir uniformemente el aroma. A menudo habías elogiado sus elecciones de fragancias y sabía que un ligero toque en las sábanas prestadas sería reconfortante. Escabulléndose detrás de su ocupada figura, le rodeaste la cintura con los brazos.
"Bebé, ¿ya terminaste de ducharte?" preguntó, sus ojos formando medias lunas mientras su mirada se posaba en ti.
"Mjm", respondió aturdida, sus sentidos abrumados por la suave cálidez de su perfume y la somnolencia que no podía mantener a raya.
Chan se inclinó, colocando sus manos a cada lado del hombro de T/N, dándoles un suave apretón, antes de colocar un suave beso en su frente. Las mejillas de T/N y las suyas estaban teñidas de tonos rosados, los dos todavía estaban llenos del miedo del amor de cachorros a pesar de su relación a largo plazo. Todavía te sentias indecisa, tú tampoco querias presionar. Chan ya se había dirigido a la puerta, con la mano apoyada en la manija cuando tú hablaste.
"¿No podríamos compartir esta noche? El trueno es algo fuerte". En voz baja, murmuraste tu pregunta.
Chan sabía muy bien que los truenos no eran ni una preocupación ni una amenaza, y que podía dormir hasta el fin del mundo.
Se rió para sí mismo y respondió con un alegre "sí".
Naturalmente, Chan tomó el lado de la cama que no estaba junto a la pared. T/N se acomodó sobre su lado izquierdo para enfrentarlo, pero, curiosamente, su novio se había acercado más al borde y se preguntó cómo no se había caído ya.
"No me di cuenta de lo pequeña que era esta cama para dos", dijiste. A pesar de tu voz baja, el sonido pareció llenar la habitación, mientras el trueno se silenciaba en ese preciso momento.
Poco a poco, pensamientos de tímidez se instalaron en tu mente: ¿Chan estaba manteniendo su espacio a propósito? ¿Aún no estaba preparado para estar en una situación tan íntima?
"¿(T/N)?" Gritó sin obtener respuesta, solo se escuchó el animado zumbido del aire acondicionado.
"¿(T/N)?" preguntó de nuevo, un poco más fuerte. Esta vez logró sacarte de tus pensamientos. El ceño fruncido era evidente bajo la luz de la luna que entraba por la ventana.
"Bebé, ¿En qué estás pensando? ¿Qué te tiene tan distraída?" Lo miraste a los ojos, una sombra cubría medio su rostro. Sin estar seguro si fueron los nervios de estar tan cerca o estar tan cansado, te arriesgaste.
"¿Te sientes incómodo estando tan cerca de mí? Puedo moverme al sofá, no quiero que te caigas y te lastimes".
Chan se sentó erguido, parpadeando antes de tomar su cabeza entre sus manos.
"(T/N), bebé", comenzó, girándose para mirarla.
"Me preocupaba hacerte sentir incómoda. Y no mentiré, la forma en que tus caderas llenan mi camisa me tenía un poco preocupado. No quería que pensaras que estaba tratando de hacer un movimiento la primera vez que dormimos juntos."
Una carcajada estalló en ti. "Dios mío, ¿qué tan tonto podría ser? Pensé que estabas teniendo mucho cuidado porque no lo sentías. Quería que nos abrazáramos..."
Agarrando las manos hacia Chan, el hombre rápidamente se acercó a ella, levantándola en sus brazos para que la cabeza de T/n descansara en la grieta de su hombro mientras su brazo se deslizaba alrededor de tu cintura.
La pareja admiró en silencio los rasgos del otro en la oscuridad mientras la lluvia parecía calmarse, la atmósfera plácida y el calor compartido de sus cuerpos los adormecieron aún más.
"Buenas noches, mi precioso channie", susurraste, antes de besar suavemente la punta de su nariz. Tu mano derecha ahora estaba pegada a su pecho, el latido rítmico de su corazón suavizaba tus nervios anteriores.
Podías recordar un casto beso cayendo sobre tu mejilla antes de que te apagaras como una luz y durmieras profundamente.
"Que duermas bien, niña".
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