𝘾𝙖𝙥𝙞́𝙩𝙪𝙡𝙤 1

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¿Desde cuándo es tan difícil vivir? ¿Desde cuándo? A veces, me siento perdido en este laberinto que llamamos vida. No entiendo cómo se supone que debo seguir adelante cuando el mundo parece estar en contra mía.

Y la verdad detesto cuando me encuentro en este estado, cuando me sumerjo en mis pensamientos hasta el punto de ahogarme en ellos.

"Señor Endeavor", la voz de mi asistente, Mikoto, me sacó de mis pensamientos.

"Mikoto, ¿cuántas veces te he dicho que debes llamar antes de entrar?" le recordé, un poco molesto.

"Lo siento, Señor Endeavor. Es solo que han llamado del centro psiquiátrico... quieren saber cuándo planea visitar a su madre", me informó Mikoto.

"Diles que no lo sé, estoy muy ocupado", respondí, volviendo a los archivos que se amontonaban en mi escritorio.

"Está bien, Señor Endeavor. Con su permiso, me retiro", dijo Mikoto antes de salir de mi oficina.

Una vez que se fue, solté un largo suspiro. Estaba agotado y no tenía ganas de visitar a mi madre. La última vez que la visité, ni siquiera pude verla. Me sentía tan culpable por lo que le había pasado aquel dia. Yo no había estado allí para protegerla de ese hombre tan cruel.

Aún recuerdo ese día como si hubiera sido ayer. Aún me odio a mí mismo por no haberla protegido.

                                <...>

"El aire estaba cargado de una tensión palpable mientras deambulaba por las calles desoladas. Cada paso que daba resonaba en mis oídos como un eco ominoso. No quería regresar a casa, no quería confrontar a mi padrastro. Pero tenía que hacerlo, tenía que asegurarme de que mi madre estuviera a salvo.

La U.A había sido mi refugio, mi santuario. Los dormitorios eran un lugar seguro, lejos del alcance de mi padrastro. Pero no podía permanecer allí eternamente, no mientras mi madre estuviera en peligro.

A medida que me acercaba a la casa, el miedo se apoderó de mí. Podía sentirlo en cada fibra de mi ser, como una serpiente estrangulando mi corazón. Pero debía ser valiente, debía enfrentarme a él.

Al abrir la puerta, la escena que se desplegó ante mis ojos fue peor de lo que había imaginado. Mi madre yacía en el suelo, rodeada por mi padrastro y tres hombres más. Estaban golpeándola, y yo me sentía impotente para detenerlos.

Cuando se giraron para mirarme, lo único que se me ocurrió fue huir. Pero al intentar escapar, mi padrastro fue más rápido y me agarró de la muñeca, su agarre era como una trampa de acero. Golpeó mi cabeza contra la pared y todo se volvió negro.

Cuando desperté, estaba tirado en el suelo. Mi mirada se dirigió hacia mi madre, que yacía desmayada en el suelo, su cuerpo cubierto de sangre por los golpes que había recibido. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero lo único que sabía era que no sería la última vez que esto sucedería"

<...>

El recuerdo de aquel día todavía persiste en mí memoria, atormentandome todo el tiempo, eso es algo que jamás podré olvidar.

{...}

Las horas pasaban y yo seguía absorto en mis pensamientos, cuando de repente sonó mi teléfono. Me quedé mirándolo fijamente durante unos minutos, esperando que dejara de sonar, pero el teléfono seguía sonando. Finalmente, no tuve más remedio que contestar.

"¿Hola? ¿Quién habla?" pregunté con voz ronca. Al otro lado de la línea se escuchaban ruidos espeluznantes. Esos sonidos hicieron que se me erizara la piel. "¿Quién habla?" volví a preguntar, un poco asustado.

"Tick... tack..." se escuchó al otro lado de la línea en un susurro. Sonaba como la voz de una mujer y era escalofriante. "Regrese, Llamitas", dijo aquella persona antes de colgar.

Me quedé paralizado durante unos minutos, sin tener idea de quién me había llamado. Eso me asustó.

"¿Qué demonios acaba de pasar?" me pregunté mientras me levantaba de mi escritorio.

Mi mente se llenó de pensamientos horribles. Tenía miedo de lo que podría pasar, así que decidí irme a casa para asegurarme de que mis hijos estuvieran bien. Agarré mi chaqueta y las llaves de mi auto, y salí de mi oficina. Al llegar a la recepción, le avisé a Mikoto que me iría a casa. Una vez en el auto, conduje con prisa.

Cuando entré en mi casa, vi a mi hija y a mi hijo sentados en la mesa, comiendo.

"Padre, no sabía que vendrías", dijo Fuyumi, sorprendida al verme. "Si hubiera sabido, habría cocinado más comida".

"No te preocupes, Fuyumi. No comeré hoy... Voy a irme a dormir", le respondí antes de dirigirme a mi habitación.

Una vez en mi habitación, me senté en el borde de la cama, sumido en mis pensamientos. Me preguntaba cómo era posible que mi hija aún me quisiera después de todo lo que había hecho. Ella es la única que sigue mostrándome afecto... Natsuo me odia, al igual que Shoto, y me siento abrumado por la culpa. No quería que pasaran nada de lo que pasaron, pero lo hicieron y todo es mi culpa.

Me acosté en mi cama, aún sumido en la depresión, y giré mi cabeza hacia una imagen que había colgada en la pared. Era la foto de cuando Rei y yo nos habíamos casado... La verdad es que nunca quise casarme con Rei, fui obligado a hacerlo... y nunca fui feliz con ella. No es que no la quiera, es solo que... nunca me sentí atraído por las mujeres.

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⏰ Last updated: Mar 14 ⏰

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Sueños Rotos, Héroes ForzadosWhere stories live. Discover now