𝗘𝗠𝗣𝗜𝗥𝗘𝗦 𝒇𝒕. Malkoçoğlu Bali Bey

𝖼𝗁𝖺𝗉𝗍𝖾𝗋 𝗍𝖾𝗇

EMPIRES
❪-txnatblack❫
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1536
Omnisciente

La soledad del palacio se sentía pesada para Aysun, la falta constante de Ahmed, Mehmed y Selim, la hacían sentirse repentinamente vacía. La campaña no la estaba pasando bien en aquel palacio, el cual se había vuelto una guerra de poder entre Hürrem y Mahidevran en el harén, pasando por encima de Aysun, quien era la que estaba a cargo durante la campaña como la protectora y regente del imperio.

Mientras estaba en sus aposentos revisando unos pergaminos, que el Sultán había dejado pendientes y pidió a Aysun revisar, entró Sumbul Aga, haciendo una reverencia. Interrumpiendo el trabajo de la joven muchacha, que no estaba de muy buen humor.

—Mi Sultana —dijo el eunuco con voz dramática.

—¿Qué sucedió en el harén ahora, Sumbul? —preguntó Aysun con mala cara, antes de recostarse en el respaldo de su asiento.

—No, nada aún, mi Sultana —negó el eunuco, y Aysun suspiró con alivio.

Había pasado varios incidentes en solo tres días desde que la campaña inició. Una joven muchacha que había venido en la nueva caravana de esclavas, se había quitado la vida durante la noche, generando un total caos en el harén al día siguiente. Hürrem y Mahidevran, no tenían quietud y habían comenzado a discutir en los pasillos, y en el mismo harén, y según Aysun para ser su madre y la Haseki, ya eran bastante adultas para comportarse como Mihrimah y Raziye.

Por otro lado, Sumbul, siempre la buscaba por cada cosa que ocurría en el harén, cuando era la Sultana Hürrem quien tenía que hacerse cargo. Todo era un desastre, y pensó que definitivamente no podría dirigir un imperio, y agradeció por sí sola que no tuviera esa oportunidad.

—Entonces, ahora que se supone que sucede, Sumbul —dijo con irritación y un agotamiento enorme. La actitud de la joven Sultana de la Luna, era completamente nueva. Si quizá era severa y firme, pero jamás había estado tan irritada con las personas que estuvieran cerca de ella.

—Ha llegado esta carta para usted, en realidad, son dos —dijo el eunuco, e hizo una reverencia, antes de salir de los aposentos de Aysun cuando ésta tomó las cartas y le hizo una seña para que se retirase.

En cuanto estuvo sola, abrió la primera carta, y de repente todo su mal genio desapareció, siendo reemplazado por una sonrisa tímida y las mejillas coloradas de rosa, mientras sus ojos azules como diamantes pasaban por la prolija letra de Malkoçoğlu Bali Bey.

Mi Sultana,

La lejanía se ha vuelto casi desesperante. Deseo con todas mis fuerzas volver pronto a usted y poder decirle lo hermosa que es y lo mucho que me encantan sus ojos tan azules como el propio océano. Mientras escribo esta carta, pensaba en dársela antes de partir con la campaña, sin embargo, no tuve el valor para hacerlo y despedirme de usted tan pronto.