El sonido de tu voz.

Los Carnot

-¿Estas seguro que los Carnot fueron vistos merodeando? -Ian trata de parecer tranquilo, pero sé que está nervioso.

Me remuevo encima de el  algo inquieta, las manos en mi cintura me aprietan más evitando que me mueva.

-Todos los de esta sala sabemos muy bien que Antonia nunca llama sin razones importantes-tantos nombres nuevos, pero a la vez conocidos solo aumentan mi dolor de cabeza.

-¿Estas bien? -susurra Ian, su aliento me causa escalofríos.

Tenerlo cerca me hace sentir segura.

-Si-decido omitir mi dolor de cabeza, quiero seguir escuchando.

-Entonces los Carnot se llevaron a la amiga de June, pero ¿porque llevársela? -Geneville comienza a caminar en círculos algo eufórica.

No logro entender por qué de entres tantas personas decidieron llevarse a Paola, ese día éramos cuatro personas, pero la única afectada fue ella, la tenían en la mira, luego de que Jex resultara ser el tipo de la capucha que dejo la carta el cual era el responsable de su desaparición según nosotras, hay muchas incógnitas en el aire.

Lo único cierto es que ese día en el bosque había alguien más que nos observaba desde las sombras.

-¿Pero porque llevarse a Paola?-la pregunta me atormenta.

Porque ella y no yo.

El silencio inunda de repente la pequeña habitación, nadie está dispuesto a contestar la pregunta cuando la respuesta flota en el aire, pero ninguno alzara la voz.

Molesta me suelto de los brazos de Ian, el valor para alzar la voz de repente se hace presente en mí, todo el mundo me esconde las cosas, mi vida está construida a base de mentiras, no es gusto que me mientan en la cara, nunca tengo el valor suficiente para decir en voz alta que las cosas no sucedieron así, tengo que bajar la cabeza e imaginar las cosas que me cuentan, los dolores de cabeza cada que alguien menciona algo del pasado que no recuerdo, los sueños, las voces, incluso Ian es confuso.

No entiendo nada.

-ESTOY HARTA DEL ESTUPIDO JUEGO DONDE NUNCA SE NADA, OCUPO SABER LA VERDAD DESDE EL PRINCIPIO SIN OMITIR NADA-nadie responde, creen que es divertido hacerme sentir estúpida.

-Sabes algo Jex, al principio si creía que estabas loco, pero en estos momentos sé que te conozco más de lo que me quieren hacer creer, así que ocupo saber porque te conozco y no te logro recordar-no me sostiene la mirada, gira su cabeza apenado.

-QUE PARTE DE QUE OCUPO SABER QUE PASA NO ENTENDIRON-grito desesperada, estoy cansada de fingir que todo está bien.

Me volví experta en fingir sonrisas, el hacer reír a las personas aun cuando me siento mierda ya es algo normal, pero parece no importarle a nadie el cómo me siento, que en muchas ocasiones solo soy una impostora, como lloro hasta quedarme dormida debido a la frustración de no entenderme, las largas noches de insomnio en donde mi cabeza va a lugares aterradores.

Las únicas que parecen entenderlo son las voces que susurran a mis oídos lo falsa que soy, lo inservible que resulto ser.

-Merezco saber que está pasando-las lágrimas empañan mi visión, poco a poco se van deslizando por mis mejillas.

-Déjennos solos-ordena Ian, Geneville y Jex me miran apenados antes de irse.

-Ven aquí cariño-Ian hace una señal para que me acerque, yo niego con la cabeza, me veo infantil pero no me importa, él también me está ocultando las cosas.

-No me hagas ir por ti-de mala gana me acerco, el me jala sentándome de nuevo en su regazo, recia me intento levantar, pero el me envuelve en sus brazos.

-Necesito que confíes en mi-susurra mientras junta nuestras frentes, la frustración que sentía antes desaparece, me molesta que tenga el poder de cambiar mis emociones.

Asiento muy amargamente.

Se con certeza que conozco a Ian desde hace mucho, mi cuerpo lo recuerda con mucha claridad, estoy conectada a él, mi corazón encuentra su hogar a su lado.

¿Porque no lo recuerdo?

La frustración se apodera de mí, empiezo a llorar con ganas, saco todo lo que llevo cargando desde hace mucho, estoy en medio del océano y Ian es mi ancla, lloro por cada pensamiento suicida que ha atravesado mi mente, por las largas noches donde no encontraba consuelo, los ataques de ansiedad que me destruyen poco a poco.

Ian me sostiene en medio del océano, me mantiene a flote.

-Todo volverá a hacer como antes, te lo prometo, se acabó eso luchar sola, estoy contigo para lo bueno y lo malo, somos un equipo-susurra mientras me abraza más fuerte, él sabe que lo necesito.

-Ocupo saber que está pasando, si quieres que confié en ti ocupas contarme como nos conocimos-él sonríe como si lo recordara a la perfección.

-Eras una niña muy hermosa, recuerdo que un día jugaba futbol en el jardín de mi casa, de pronto apareciste tú, no sé de dónde saliste nunca te había visto en mi vida, llevabas un vestido morado lleno de flores con una tiara en la cabeza, me invitaste a jugar a las muñecas, te ignore y tu solo te sentaste a verme patear el balón, desde ese día cada tarde ibas a buscarme para jugar a las princesas, te parecía divertido sacarme de quicio y hasta el día de hoy lo sigues haciendo.

-¿Qué edad teníamos? -pregunto curiosa.

-Tu tenías seis y yo nueve-eso logra dejarme pasmada, me lleva tres años, juraría que aparenta más edad.

-Tienes veinte-digo asombrada.

-Ya es tarde, debes dormir-cambia abruptamente de tema.

Decido dejar atrás lo otro, mañana conseguiré más información.

-Voy a buscar a Jex para volver a casa-trato de levantarme, pero el me lo impide, se está haciendo costumbre.

-No ocupas Jex, te quedaras aquí- quiero protestar, pero me calla con un beso.

IAN ME ESTA BESANDO.

Sorprendida no entiendo muy bien que debo hacer, Ian muerde mi labio inferior invitándome a abrir mi boca, su lengua se toma su tiempo para explora, algo más en ambiente succiono su labio inferior tomándolo entre mis dientes.

Cuando el aire nos empieza a faltar nos separamos en busca de oxígeno, me observa con una gran sonrisa antes de señalar la puerta al final del pasillo.

Esto se pondrá interesante.

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El siguiente capitulo estará potente, están advertidos.

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